En este segundo día de la novena de Nuestra Señora Virgen de Viloria vamos a considerar en la FE como primera virtud teologal. Pues precisamente ayer decíamos que los cristianos necesitamos una experiencia espiritual fuerte que revitalice nuestra fe, que nos mueva profundamente para no ser como personas que vamos donde nos dicen y nos movemos hacia el sol que más caliente. Ser cristianos, como María, es tener principios, y que estos sean los que muevan nuestras vidas. Muchas veces lo que más nos mueve es lo que nos anuncia el último spot publicitario o lo que nos dice la vecina que ella ha probado, es muy importante, que los cristianos nos movamos por criterios o principios, y que estos sean la base de todo nuestro quehacer y pensar y sentir. Los principios cristianos nos los ha expuesto Jesucristo en el sermón del monte, bienaventurados, y en la oración del Padre nuestro.
Siempre hemos oído decir que la fe es un don y ciertamente esta es una gran verdad. La fe es al hombre, lo que la raíz es a la planta, desde la fe recibimos todas las gracias posibles. La fe nos permite creer en aquello que no vemos, pero que nos hace lo suficientemente seguros por estar basado en la Palabra y en la presencia de Dios, a través –especialmente- de los sacramentos, y entre estos la Eucaristía.
Para San Pablo la fe es muy importante, sin embargo, el amor, la caridad, es lo más importante, porque Pablo, él mismo, ha sentido que teniendo una gran fe en Yahvéh no le movía a ser mejor persona, sin embargo la caridad de la que él mismo habla es Cristo, Dios mismo, que es Amor. A mí algunas veces me dicen: “¿no creas que por ir más a Misa es uno más bueno?”. Y que triste es cuando, en algunos casos, esas personas tienen razón. Para todos nosotros venir a Misa, o mejor dicho, celebrar la Eucaristía, no solo nos debería hacer más buenos sino que nos debería ayudar a que en nuestra vida camináramos hacia la santidad. Y, ¿qué es esto de la santidad?, pues sencillamente, y para que me entiendan pronto y bien: ser como Jesús. Por lo tanto venir a Misa, nos debería convertir en Cristos, por eso nos llamamos cristianos. Que bello debería ser el comienzo, cuando la primera comunidad cristiana compartía sus bienes, se reunían para celebrar la fracción del pan, para orar juntos, etc. y los demás decían de ellos: “cómo se quieren”; y que triste es escuchar lo contrario.