30 de julio de 2015

SAN IGNACIO DE LOYOLA

Su nombre era Iñigo López de Loyola, que cambió entre 1537 y 1542 por el de Ignacio «por ser más universal», o «más común a las otras naciones». Según la tradición, fue el último de los ocho hijos varones de Beltrán Ibáñez de Oñaz, señor de Loyola, y Marina Sánchez de Licona.


I. INICIOS
Sobre su fecha de nacimiento oscilaron las opiniones de los contemporáneos. En su epitafio, tras seria deliberación, se fijó su muerte a los 65 años de edad, lo que equivalía a decir que había nacido en 1491. Nada cierto se sabe sobre su primera educación familiar. Su padre debió de fallecer antes de 1506; su madre, poco después de otorgar testamento el 23 octubre 1507. Por estos años, el joven Iñigo se incorporó en Arévalo (Ávila) a la familia del contador mayor [ministro de Hacienda] de los reyes, Juan Velázquez de Cuéllar. Allí pasó unos diez años, en los cuales tuvo ocasión de acompañar al contador durante sus viajes a la corte y otros lugares. Con los libros de su protector pudo adquirir una cierta cultura y perfeccionar su escritura, que le mereció ser considerado «muy buen escribano». Tras la caída en desgracia y sucesiva muerte de Velázquez de Cuéllar en 1517, su viuda, María de Velasco, se preocupó del porvenir de Iñigo y le dio 500 escudos y dos caballos, para poder dirigirse a Navarra y servir como gentilhombre al virrey, Antonio Manrique de Lara, duque de Nájera. Allí dio muestras de hombre «ingenioso y prudente en las cosas del mundo» y de tener «grande y noble ánimo y liberal», como escribió Juan Alfonso Polanco, sobre todo en dos ocasiones: cuando ayudó a la pacificación de algunas villas de Guipúzcoa, divididas por el nombramiento de Cristóbal Vázquez de Acuña como corregidor, y cuando la villa de Nájera se sublevó contra su señor durante la rebelión de las Comunidades (1520-1522). 

Tomó parte en la defensa de Pamplona al ser atacada (1521) por el ejército francés. Incitó a sus compañeros de armas a resistir en el castillo, pero fue herido por una bala que le rompió una pierna y le lesionó la otra. Desde Niccolo Orlandini, la tradición ha situado la providencial herida en el 20 mayo 1521, lunes de Pentecostés. La rendición del castillo se produjo el 23 ó 24 del mismo mes. La herida de Iñigo fue grave, como consta por la deposición del alcaide del castillo, Miguel de Berrera. Tras las primeras curas, practicadas por los franceses, fue llevado por sus paisanos a su casa de Loyola, donde sufrió una dolorosa operación, soportada con gran fortaleza. Su estado fue empeorando y el 28 junio fue el día crítico, pero aquella misma noche empezó a mejorar. Una vez repuesto, quiso que le cortasen un hueso de la pierna, que le habría impedido calzarse una bota «muy justa y muy polida» que deseaba llevar.

II. CONVERSIÓN y PEREGRINACIONES (1521-1524)

Durante su convalecencia pidió que le diesen libros de caballerías para entretenerse, pero al no encontrarse en la casa, le dieron a leer la Vida de Cristo por el cartujo Ludolfo de Sajonia, traducida al español por Ambrosio Montesino y publicada en Alcalá hacia 1502 o 1503. También le ofrecieron el Flos Sanctorum de Jacobo de Varazze, en una traducción prologada por el cisterciense Gauberto Maria Vagad. La lectura de estos libros le provocó una lucha interior que le abrió el paso a su conversión, a través de la discreción de espíritus. Se dio cuenta de que, cuando se entretenía en pensamientos mundanos, entre los que dominaban los servicios que podría hacer en favor de una dama innominada, encontraba gusto en ellos, pero después se sentía árido y descontento; mientras que cuando pensaba en imitar a los santos, cuyas vidas estaba leyendo, no sólo se consolaba con estos pensamientos, sino que después de dejados, quedaba contento y alegre. La pregunta que se hacía a sí mismo era: «¿Qué sería si yo hiciese lo que hicieron Santo Domingo y San Francisco? y se proponía: ¿Santo Domingo hizo ésto? Pues yo lo tengo de hacer. ¿San Francisco hizo ésto? Pues yo lo tengo de hacer.» Decidió romper con su vida pasada y empezar una nueva. Su primer propósito fue realizar una peregrinación a Jerusalén. Para imitar a los santos se daría a largas oraciones y penitencias.

25 de julio de 2015

SOLEMNIDAD DE SANTIAGO APÓSTOL, patrono de España, de nuestra parroquia y titular de nuestra iglesia

Durante la mañana de hoy los parroquianos hemos podido disfrutar de una preciosa jornada.

Los más madrugadores eran los de tv castilla y león 8, para presentar en su informativo de hoy, la apertura de la iglesia, a las 11 de la mañana en el día de su santo patrón. Nuestra iglesia, como muchísimas de Castilla y León tiene la obligación de realizar la Jornada de Puertas abiertas durante el verano. Son muchos los visitantes, del territorio comunitario, nacional y también extranacional que pasan por nuestra iglesia para visitarla.

A las 13,00h la Santa Misa en la que hemos podido celebrar a nuestro Señor y honrar a nuestro santo patrón. Lo primero la Eucaristía, en la que nuestro párroco, en su homilía, a expuesto dos puntos: Santiago, patrono de España y Santiago, patrono de nuestra parroquia. En un primer momento ha hecho un breve análisis de la realidad, en el que decía que hemos pasado de una iniciación a la fe sociológica a una iniciación cristiana, en el que la parroquia tiene casi la totalidad de la responsabilidad. A continuación, ha dado importancia a la parroquia, a la corresponsabilidad de sus miembros para vivir, desde el Señor, como un solo cuerpo: una misión compartida. El P. Juan Carlos ha reconocido las luces de nuestra comunidad parroquial, pero también, en tono autocrítico, ha pedido a los fieles que tengamos mayor "sentido de pertenencia" a la comunidad, que no seamos siempre los mismos los que estemos en todo, sino que nos sintamos colaboradores del Señor, como el apóstol Santiago, que fue capaz de salir de "su amor, querer e interés", nosotros también tenemos mucho de donde salir, especialmente, iglesia, sacristía, etc. para ser apóstoles, portadores de la Buena Noticia.

Además hemos celebrado en medio de la celebración unas bodas de oro, que siempre es motivo de gran alegría.

Al finalizar nos esperaba en el atrio de la iglesia una fresquita limonada y una rica pasta con la que compartir con los paisanos este día tan alegre.




Hoja Parroquial - Santiago Apóstol y Domingo 17º Tiempo Ordinario - Ciclo B


22 de julio de 2015

Clase de Religión SÍ

¿Quién fue María Magdalena? - Juan Chapa

Los datos que nos ofrecen los evangelios son escuetos. Lc 8,2 nos informa que entre las mujeres que seguían a Jesús y le asistían con sus bienes estaba María Magdalena, es decir, una mujer llamada María, que era oriunda de Migdal Nunayah, en griego Tariquea, una pequeña población junto al lago de Galilea, a 5,5 km al norte de Tiberias. De ella Jesús había expulsado siete demonios (Lc 8,2; Mc 16,9), que es lo mismo que decir “todos los demonios”. La expresión puede entenderse como una posesión diabólica, pero también como una enfermedad del cuerpo o del espíritu.

Los evangelios sinópticos la mencionan como la primera de un grupo de mujeres que contemplaron de lejos la crucifixión de Jesús (Mc 15,40-41 y par.) y que se quedaron sentadas frente al sepulcro (Mt 27,61) mientras sepultaban a Jesús (Mc 15,47). Señalan que en la madrugada del día después del sábado María Magdalena y otras mujeres volvieron al sepulcro a ungir el cuerpo con los aromas que habían comprado (Mc 16,1-7 y par); entonces un ángel les comunica que Jesús ha resucitado y les encarga ir a comunicarlo a los discípulos (cf. Mc 16,1-7 y par).

San Juan presenta los mismos datos con pequeñas variantes. María Magdalena está junto a la Virgen María al pie de la cruz (Jn 19,25). Después del sábado, cuando todavía era de noche se acerca al sepulcro, ve la losa quitada y avisa a Pedro, pensando que alguien había robado el cuerpo de Jesús (Jn 20,1-2). De vuelta al sepulcro se queda llorando y se encuentra con Jesús resucitado, quien le encarga anunciar a los discípulos su vuelta al Padre (Jn 20,11-18). Esa es su gloria. Por eso, la tradición de la Iglesia la ha llamado en Oriente “isapóstolos” (igual que un apóstol) y en Occidente “apostola apostolorum” (apóstol de apóstoles). En Oriente hay una tradición que dice que fue enterrada en Éfeso y que sus reliquias fueron llevadas a Constantinopla en el siglo IX.

18 de julio de 2015

Homilía del P. Juan Carlos el día de Santa Marina, patrona de Cigales

Que alegría sentimos todos por la fiesta. Las fiestas no es algo que se improvise, se preparan con mucho tiempo. Es más en cuanto se terminen estas, seguro que empezará la cuenta atrás para las siguientes. Las fiestas son para lo que son, especialmente las de los pueblos: para divertirse, para reírse, para descansar, para desconectar, para acoger, etc. Mucha gente frecuentará nuestro pueblo estos días, también nuestras casas, nos reuniremos por peñas, por amigos, por familia, etc. dando lo mejor de cada uno, para que estemos –como se suele decir- “en paz y gracia de Dios”. La fiesta no es mala, por eso nosotros siempre celebramos la fiesta más importante que es la Eucaristía y nos reunimos cada domingo para vivirlo y recordar que Jesucristo está en medio de nosotros.
            Las fiestas suelen tener un motivo, aunque hay veces –desgraciadamente- que el objeto de la fiesta pierde su sentido porque hay otros aspectos que lo van difuminando. Qué triste sería ir a un cumpleaños y “pasar” del homenajeado; y que lo importante fuera: fiesta, fiesta.
            Las fiestas de Cigales tienen un sujeto claro, son las fiestas de Santa Marina. Y esto quiere decir que nuestros antepasados eligieron a esta mujer, virgen y mártir, para ser modelo de cigaleño. Es verdad, hasta hace nada la sociedad toda ella era cristiana y nada de lo que estoy diciendo se ponía en cuestión. Con el tiempo, estamos pasando a una sociedad más plural en el que la fe es una opción. Eso está bien porque eso nos mueve a no ser masa, sino a ser personas que eligen unas cosas y dejan otras. Esto nos llevará a ser cristianos más auténticos, a comprometernos más por la fe y a figurar menos, a vivir más en clave comunitaria y no como peña “que va a su bola”.
            Por eso, Santa Marina sigue siendo un referente para todo cigaleño hoy, creyente o no creyente. Efectivamente, Santa Marina nos muestra como ella fue capaz de poner a riesgo su vida, incluso la dio, por el gran amor que tenía por Jesús. Hoy esto sigue siendo posible, hay mucha gente que lucha por lo que quiere: estudiar para tener un trabajo, formar una familia, prosperar, etc. y desgraciadamente también nos encontramos con personas que no alcanzan sus metas. Lo interesante es poder tener modelos para luchar en la vida y no ser del montón; yendo muchas veces contra corriente, combatiendo la inercia a la que nos impulsa una sociedad del “aquí y ahora”, del “comamos y bebamos que mañana moriremos”.
            Santa Marina tiene una vida muy de leyenda pero como toda leyenda nos deja una gran lección, especialmente para vosotros jóvenes que me oís. Ella era muy joven cuando fue arrebatada de este mundo. Ella luchó por una causa. Su lucha no fue desde la violencia que –como sabemos siempre engendra más violencia, su lucha fue desde la consciencia de lo que hacía por la consciencia de lo que sentía: su gran amor por Jesús. Un amor nada pastelero, ni de película romántica, un amor que sabe de sufrimiento, el sufrimiento de ir en contra de su propio padre, que le apartaba de su fe en Dios.

HOJA PARROQUAL - DOMINGO 16º T.O. CICLO B


16 de julio de 2015

VIRGEN DEL CARMEN - Oración del P. Javier Leoz

CONTIGO, VIRGEN DEL CARMEN

Es fácil surcar los mares de la desesperanza
porque TÚ pones al fondo horizontes  sin farsa
Es posible creer en un más allá
porque, tu imagen, nos empuja a la divinidad
y la fe, aún con dudas e interrogantes,
se convierte en un “SÍ” como el tuyo en Nazaret
CONTIGO, VIRGEN DEL CARMEN
La barca de la Iglesia avanza y no se detiene
los pies caminan a pesar de los tropiezos
Los ojos miran aún a riesgo de no ver nada
y el corazón ama sin esperar recompensa alguna
CONTIGO, VIRGEN DEL CARMEN
La oscuridad es iluminada por tu presencia
una compañía que,  en obediencia,
es maternal, cercana, comprometida y afable
Sabemos, Virgen del mar,
que tú empujas nuestra débil navegación
que tú colocas en nuestras manos
los remos de la alegría, la esperanza o  la caridad.
Sabemos, Estrella del mar,
que cuando creemos hundirnos en mil miserias
tú, de nuevo, nos sostienes
porque, tú, eres salvavidas de los que en Ti confían
¡Cómo no darte gracias,
faro en el alta mar de nuestra vida!
Tú, en medio de la tormenta, eres voz que calma
Tú, en medio de la oscuridad, eres luz
Tú, en medio de la incertidumbre, eres verdad
Tú, en medio del caos, eres respuesta
Tú, en medio de las olas, eres mano tendida
CONTIGO, VIRGEN DEL CARMEN
Nos sentimos marineros de Cristo
bregando con los remos de la fe y de la esperanza
dirigiéndonos con la brújula del Evangelio
y alertándonos con la sirena de la eternidad.
Amén.

                                                                                Javier Leoz

Salve Marinera - VIRGEN DEL CARMEN

15 de julio de 2015

Papa Francisco - Sacramento de la Confesión

Acercarse al sacramento de la Penitencia para recibir el abrazo de la infinita misericordia del Padre, invitación del Papa Francisco durante la audiencia general del pasado 19 de febrero, una catequesis perfecta para este tiempo de cuaresma.


Queridos hermanos y hermanas, ¡Buenos días!

A través de los Sacramentos de la iniciación cristiana, el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, el hombre recibe la vida nueva en Cristo. Ahora, todos lo sabemos, esta vida, nosotros la llevamos “en vasos de barro” (2 Cor 4,7), estamos todavía sometidos a la tentación, al sufrimiento, a la muerte y, a causa del pecado, podemos incluso perder la nueva vida. Por esto, el Señor Jesús, ha querido que la Iglesia continúe su obra de salvación también hacia sus propios miembros, en particular, con el Sacramento de la Reconciliación y el de la Unción de los enfermos, que pueden estar unidos bajo el nombre de “Sacramentos de sanación”. El sacramento de la reconciliación es un sacramento de sanación. Cuando yo voy a confesarme, es para sanarme: sanarme el alma, sanarme el corazón por algo que hice no está bien. El ícono bíblico que los representa mejor, en su profundo vínculo, es el episodio del perdón y de la curación del paralítico, donde el Señor Jesús se revela al mismo tiempo médico de las almas y de los cuerpos (Mc 2,1-12 / Mt 9,1-8; Lc 5,17-26).

1- El Sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación – nosotros lo llamamos también de la Confesión – brota directamente del misterio pascual. En efecto, la misma tarde de Pascua el Señor se apareció a los discípulos, encerrados en el cenáculo, y luego de haberles dirigido el saludo “¡Paz a ustedes!”, sopló sobre ellos y les dijo: “Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen” (Jn. 20,21-23). Este pasaje nos revela la dinámica más profunda que está contenida en este Sacramento. Sobre todo, el hecho que el perdón de nuestros pecados no es algo que podemos darnos nosotros mismos: yo no puedo decir: “Yo me perdono los pecados”; el perdón se pide, se pide a otro, y en la Confesión pedimos perdón a Jesús. El perdón no es fruto de nuestros esfuerzos, sino es un regalo, es don del Espíritu Santo, que nos colma de la abundancia de la misericordia y la gracia que brota incesantemente del corazón abierto del Cristo crucificado y resucitado. En segundo lugar, nos recuerda que sólo si nos dejamos reconciliar en el Señor Jesús con el Padre y con los hermanos podemos estar verdaderamente en paz. Y ésto lo hemos sentido todos, en el corazón, cuando vamos a confesarnos, con un peso en el alma, un poco de tristeza. Y cuando sentimos el perdón de Jesús, ¡estamos en paz! Con aquella paz del alma tan bella, que sólo Jesús puede dar, ¡sólo Él!