27 de septiembre de 2016

Homilía - Domingo 26º T.O. Ciclo C

Los pueblos de nuestra denominación ya celebran la fiesta de la vendimia. Supongo que en otro tiempo tendría un sentido muy diferente al de ahora. La vendimia sería una gran fiesta celebrada por todos. El progreso conviene en nuestro mundo, porque favorece la calidad del trabajo y de la producción, pero también tiene sus desventajas y es que este nos ha hecho mucho más individualistas, enfrascados en nuestras cosas, viviendo desde la inmediatez, entonces todo esto hace que las fiestas sean programadas y no tanto algo que brota de cada casa, casa de puertas abiertas en el que se ofrecía todo.

También podríamos observar desde ahí nuestro mundo que es un tanto Epulón, como el personaje del Evangelio de hoy. Vivimos desde la imagen, cuidamos mucho la imagen, disfrutamos mientras podemos, nos lo pasamos bien, cómo podemos y nos dejan. Pero mientras tanto no tenemos en cuenta algunas consideraciones que deberíamos tener. Quizá en ocasiones tengamos que tener cuidado con la sal, con el azúcar, con las grasas, que si la última ronda, el último clarete, etc. pero decimos “un día es un día” y ale para el cinto. Y en ese preciso instante no caemos en la cuenta de lo que nos puede sobrevenir. Después, cuando ya es demasiado tarde es cuando vienen las lamentaciones y es cuando surge la pregunta: ¿Dónde estaba Dios que ha permitido esto? O se afirma, Dios no existe porque no puedo creer en un Dios que consienta esto. Sin embargo, a Epulón lo que le sucede es que mientras vive, y cómo vive, vive bien, iba a decir vive como un cura, pero creo que la gente no sabe muy bien cómo vive un cura, pero bueno todos nos entendemos, pues él no se daba cuenta o prefería seguir disfrutando. ¿Saben por qué? Porque Epulón no caía en la cuenta que esta vida tiene un principio y también tiene un final, y que las cosas no van a ser igual que hasta ahora siempre. El Reino de Dios, la salvación, no se compra; pero esto no interesa, no preocupa, porque como estamos estamos muy bien y no vengas a amargarnos la fiesta. Pero lo que hacían los profetas y a lo que vino Jesucristo es a rescatarnos de nuestras opulencias.

25 de septiembre de 2016

Misa de la Vendimia - D.O. Cigales

El motivo de nuestra celebración tiene que ver directamente con la vendimia. “Es de bien nacidos, ser agradecidos”. Por eso estamos aquí, para agradecer a Dios el fruto de nuestra futura cosecha, puesto que apenas se ha empezado a vendimiar. Agradecer el fruto, no es solo caer en la cuenta del rendimiento económico, sino agradecer el trabajo realizado por los viticultores y todos aquellos que trabajan en este gremio, en todas las etapas del proceso.
            Podríamos, efectivamente, realizar un paralelismo entre el poceso de realización del vino, y el proceso, también, de hacer un cristiano. Ambos procesos necesitan un cuidado, un tiempo, un mimo, una dedicación, una labor; no conviene forzar los procesos, ni poner todo el acento en el momento de la vendimia, puesto que el trabajo al ser muy delicado, en el de ambos sigo pensando, por ello conviene disfrutar cada etapa del camino. Efectivamente, cómo no vivir con alegría la vendimia si es el fin de una etapa, que no del camino, puesto que el cuidado en la bodega es fundamental, así como colocarlo en el mercado y saborearlo en el hogar o en la hostelería. Pues de igual forma ocurre con el proceso de hacerse un cristiano, todo no termina con la recepción de los sacramentos; la Iglesia como buen viticultor sabe lo que necesita en todo momento cada uno de sus hijos.
Si no fuera por el fruto de la vida, hoy por hoy, no podríamos celebrar la Eucaristía, puesto que uno de los dones básicos es el vino. Por ello damos gracias al Señor por el vino, que junto con el pan y el agua, constituyen la Eucaristía.

21 de septiembre de 2016

Homilía - Domingo 25º Tiempo Ordinario - Ciclo C

Alabad al Señor, que alza al pobre” hemos escuchado en el salmo responsorial. En eso estamos: acudimos a la iglesia, entre otras cosas, para alabar al Señor, pero especialmente porque “levanta al pobre”, ya que muchos se dedican a tirarle por tierra, nosotros debemos estar con el Señor y con el salmista porque devuelve la dignidad a cualquier persona. Además, si hemos prestado atención al salmo, nos hemos podido dar cuenta que es que Dios tiene autoridad para hacerlo. Nosotros queremos alabar al Señor por ello, porque los pobres, casi, solo pueden contar con la bondad de Dios, pero está solo será real en la medida en la que nosotros nos ejercitemos en ayudar al pobre, sea de la pobreza que sea.
El resto de las lecturas reflejan la cruda realidad de nuestros días. La historia se repite, por eso, y por más cosas, la Palabra de Dios es actual, y puede –si queremos- iluminar nuestra vida, para mejorarla, incluso para cambiarla si es preciso.
Amós precisamente sale como defensor del pobre y de los humildes. Y en un discurso cuasi sindical: critica la situación de aquellos que se aprovechan de la pobreza de los demás. Les dice que eso Dios ni lo quiere ni lo puede querer un creyente, que es imposible, o una de dos: pero no las dos, como más tarde el Evangelio nos dirá con respecto al dinero, en esta ocasión el profeta se refiere a la dignidad del pobre. Pues el pobre puede ser pobre por lo que sea, pero no por ello, es un desecho de la sociedad. Bastante tiene con ser pobre como para que encima le carguemos con más dolencias, el pobre, como el rico, como cualquiera de nosotros, tenemos algo que nos iguala totalmente unos a otros: somos hijos de Dios, coherederos del Reino de los cielos.

20 de septiembre de 2016

Comunidad de "Comunión y Liberación" pasa unos días por Cigales y celebra la Eucaristía en nuestra parroquia

Una pequeña comunidad de "Comunión y Liberación" pasa unos días por Cigales, y visitan nuestra iglesia parroquial, al tiempo que celebran la Eucaristía. Tienen la oportunidad de rezar a la Virgen de Viloria, tras la romería desde la ermita a la iglesia parroquial.
Dejamos, a continuación, un breve testimonio de Montse, una de las participantes.


El pasado día 6 de Septiembre llegamos a Cigales un Grupo de amigos de Comunión y Liberación de Madrid  y Costa Rica, invitados por Carlos  y Nieves, vecinos de la localidad, a pasar unos días de vacaciones.
Quería expresar mi agradecimiento al Señor porque a través de mis amigos me ha regalado unas vacaciones llenas de contenido, donde Él ha mostrado su rostro a través de los cuidados que hemos recibido, el cariño de las personas que nos han acogido, la oración en comunidad y la Misa diaria, los sacerdotes que nos han acompañado estos días permanentemente o bien asistiendo a alguno de nuestros encuentros, los paseos por el campo de Castilla, por Valladolid, por Cigales,  la excursión a Picos de Europa y a Villanueva de Duero ….
Desde que asisto a Escuela de Comunidad puedo constatar  la relación de correspondencia de la que habla Don Giussani, entre el Misterio de Dios  y el corazón del hombre y en estas vacaciones llenas de agradecimiento y de “Pura Vida en Cristo” una vez más el Señor me ha enseñado que estoy hecha para Él y que solo donde Él se hace presente yo respiro y estoy alegre.

11 de septiembre de 2016

Homilía - Domingo 24º T.O. Ciclo C


En este domingo del tiempo ordinario del Año de la Misericordia escuchamos una Palabra que toda ella nos habla de la Misericordia de Dios, y como rostro de la misma Jesucristo. Sería bueno que cuando escucháramos la Palabra de Dios pusiéramos mucha atención, quizá sería bueno cerrar los ojos para verte mejor, escucharte mejor, olerte mejor, gustarte mejor, tocarte mejor,… Señor. Aplicar todos nuestros sentidos. Pues imaginando cada una de las escenas que se nos presenta podemos hacernos la idea mejor de lo que ocurrió, de lo que ocurre y de lo que deseamos que ocurra con nosotros. Es decir: la Palabra, aparentemente antigua, es nueva porque nos alumbra para que seamos luz del mundo.

El libro del Éxodo nos habla del pueblo de Israel, procedemos de un pueblo y seguimos siendo pueblo, que importante es que nos sintamos vinculados a este pueblo de Dios, que peregrina, que camina, con tropiezos, pero con manos y brazos como los de Dios, que nos ayudan a levantar y a seguir para adelante con la alegría de la fe. ¿Qué ocurre en esta escena de Moisés y el pueblo? Muy sencillo: Moisés sube al monte y Yahvé le habla. Le dice que su pueblo se ha pervertido, lo contrario de se ha convertido. Ese pueblo liberado de la esclavitud, resulta que es desagradecido, y como Moisés tarda en bajar, murmuran, y construyen un sucedáneo de divinidad a la que adorar. Es que realmente el ser humano necesita una referencia permanente a lo sagrado. Incluso aquellos que dicen no creer, creen, porque -aunque sea para despotricar, como estos judíos- tienen más presente a Dios de lo que a nosotros nos parece. Sin embargo Dios sigue prometiendo misericordia, simbolizado en descendencia y por eso hasta Dios mismo se arrepintió de su ira. ¡Precioso!

10 de septiembre de 2016

Hoja Parroquial - Domingo 24º T.O. Ciclo C


NOVENA DE LA VIRGEN DE VILORIA - 8º DÍA

Para dar un buen consejo es necesario tener luz. Para nosotros, cristianos, esa luz nos la irradia la Palabra de Dios. Nadie piense que estoy hablando de un rayo como el de una tormenta, sino que estoy hablando de la luz que aportar Jesucristo, camino, verdad y vida, y también luz para los hombres.
Por tanto, estar en la luz, nos aporta capacidad para aconsejar y para autoconsejar, porque podemos ser muy buenos consejeros y muy malos autoconsejeros.
Hoy en día se lleva bastante lo de tener un consejero. En la sociedad civil hay muchos tipos de consejos y de consejeros. A todo el mundo le gusta que ese consejo cumpla la misión para el que se formó, y escandaliza bastante, especialmente en los últimos tiempos, cuando descubrimos consejeros que más bien se benefician del cargo más que de la ayuda que puedan prestar. Son demasiados los políticos, que una vez han terminado sus días en la política entran a formar parte de estos entes, a veces acusados de realizar “puertas giratorias”, pues no han salido de una y ya están en otra. Quizá habría que aconsejar a todos aquellos que nos dedicamos al servicio de los demás que estamos donde estamos para servir, y no para aprovecharnos de los cargos.
Pero como digo hay muchos tipos de consejos, nuestra parroquia tiene uno, que el párroco escucha de cuando en cuando para llevar un rumbo la parroquia. La diócesis también tiene un órgano de este tipo, Consejo Pastoral Diocesano. Pero fíjense, en la Iglesia no funcionamos al modo que se suele actuar en la tan traída democracia, pues aunque es verdad que existe deliberación y escucha de las distintas posiciones que puede haber en un mismo grupo, el discernimiento, la elección final procede de haber recibido la luz del Espíritu Santo que es la que nos hace movernos hacia un lugar u otro. Porque no lo olvidemos la nave de la Iglesia la dirige Jesucristo, nosotros somos esos remeros, que con nuestro pequeño o gran trabajo dirigimos la Iglesia hacia donde el Señor desea. Pero claro esta barca, ha de tener un consenso, pues si aunque cada uno piense de una forma, luego actuamos que cada uno rema en un sentido pues será un caos. Desgraciadamente es lo que pasa un poco, y por ello rezamos: por la unidad de las Iglesias, para que seamos una.

8 de septiembre de 2016

Solemnidad de la Natividad de Nuestra Señora - Virgen de Viloria


Como saben lo largo de este año, desde la pasada fiesta de La Inmaculada en la Iglesia estamos celebrando un Año Jubilar de la Misericordia, que concluirá en la próxima festividad de Jesucristo, Rey del Universo.
            Durante dos novenas a la Virgen de este año les he ido exponiendo las obras de misericordia que se desprenden de esta misericordia, a la que el Señor nos invita por el simple hecho de ser cristianos: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, visitar a los enfermos, acoger al peregrino, visitar a los presos y redimir a los cautivos, enterrar a los muertos, rezar por los vivos y por los difuntos, sufrir con paciencia los defectos de los demás, consolar al triste, perdonar las injurias, corregir al que se equivoca, dar buen consejo al que lo necesita y enseñar al que no sabe. En total catorce, siete corporales y siete espirituales.
            Todas ellas son actitudes nos llevan a la atención del otro, y como nos dice el mismo Jesús en el Evangelio: “lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo”. Es decir, el amor que sentimos por el Señor, lo hemos de manifestar en el prójimo, especialmente en este prójimo. Y la vida de María, y en el día de su cumpleaños, como se suele hacer, pues es cuando se alaga más, le reconocemos que ha sido vivir en esta clave: ser para los demás, porque los demás son el cuerpo de su hijo. Decía la Madre Teresa de Calcuta a los sacerdotes, esta mujer tan entregada a los más desfavorecidos de la sociedad, que el pasado domingo fue canonizada, ella decía: “los sacerdotes durante la Eucaristía tocáis el cuerpo de Cristo por un instante, sin embargo, yo tengo la suerte de estar tocándolo todo el día”. Efectivamente en el moribundo, en el pobre de solemnidad, en los enfermos, en las clínicas abortivas, etc. allí está el cuerpo de Cristo como en la cruz, es ahí donde especialmente está la Madre, la Virgen María, al pie de la cruz, para acoger el cuerpo de su Hijo, y el cuerpo de su hijo está así.
Pues ni en el día del cumpleaños de la Virgen vamos a ser ingenuos, vamos a cerrar los ojos para ver cómo está este hogar común, de todos, que llamamos planeta Tierra: pobreza, ambición, guerra, muerte, violencia, paro, enfermedades, calentamiento global, terrorismo, corrupción, individualismo, etc. en definitiva, muerte.

7 de septiembre de 2016

Novena de la Virgen de Viloria - Noveno día - Víspera de Viloria

Llegamos al final de esta novena en la que he estado exponiendo las obras de misericordia espirituales. Y hoy corresponde hablar de aquella que dice: “Enseñar al que no sabe”. Por esta razón me detengo hoy para hablar de la importancia que tiene esta obra de misericordia. Son muchas cosas de las que no sabemos, es imposible saber de todo, aunque a veces lo parezca. El otro día en una emisora de radio se hablaba de niños superdotados o niños que saben algo increíble, y se contaban casos de niños pequeños que hacían esto o lo otro, me llamó la atención el niño que sabía todas las estaciones de metro de Madrid y los trasbordos que tenía una persona que hacer para ir de una estación a otra. Desde la radio para ponerle a prueba y averiguar si lo que decía de su madre era verdad, o era un farol que se marcaba le preguntaron para ir de una estación a otra. Y el niño fue cantando una por una todas y cada una de las estaciones, y como digo los trasbordos que había que hacer, hasta tal punto que un momento dado rectificó el niño diciendo: “bueno en este momento en esa parada no se pueden bajar porque están en obras”. Bueno pues la obra de misericordia no nos pide tanto.
            Enseñar al que no sabe es muy importante, y el que aprende tener paciencia y capaz de escucha también es muy importante, porque el problema de dos personas que hablan es: una cuando habla tiene que hablar, y la otra tiene que guardar silencio y escuchar. Claro de esto no nos dan muy buenas lecciones los profesionales de la comunicación, especialmente cuando oímos tertulias en los medios de comunicación social.
            Es muy importante estar abiertos a aprender, porque, aunque ayer decía que es muy bueno escuchar a los mayores porque ellos tienen la experiencia de la vida, hoy tengo que decir que a veces cuando peinamos canas o ni eso, creemos que nos lo sabemos todo y que ya no es necesario aprender más, y a veces se somete. Y a veces, como dice el refrán: “la ignorancia es muy atrevida” y se cometen meteduras de pata, que luego para echar marcha atrás cuesta. Aunque esta debería ser otra obra de misericordia, “echar marcha atrás”, reconocer nuestras equivocaciones, que no pasa nada, porque como decía alguno de estos días: ninguno de nosotros somos perfectos.

5 de septiembre de 2016


Después de dos días de paréntesis en lo que se refiere a la predicación sobre las obras de misericordia espiritual, en primer lugar, por el fin de semana en el que hemos celebrado el Domingo y hemos caído en la cuenta de que el Señor nos llama a su seguimiento, pero nosotros lo posponemos por tibieza en la fe, después de haber recordado las palabras del Papa Francisco en la homilía del Domingo en el que canonizó a la Madre Teresa de Calcuta, volvemos a las obras de misericordia, hilo conductor de la predicación de esta novena para reparar en una que nos cuesta bastante ejercitar con caridad: “corregir al que se equivoca”.

           Ninguno de nosotros somos perfectos como para hacer todas las cosas bien y en todo momento. Por esta razón necesitamos ser corregidos cuando nos equivocamos. Y, también, tenemos que tener la disposición de corregir al que se equivoca por el bien de él/ella.

           Pero el matiz está en cómo se hace esto: y la virtud está en hacerlo con caridad y el que recibe la corrección, aceptarla con humildad. Y esto enseguida se nota, pues podemos “pecar” por exceso o por defecto. Si no se hace bien podemos caer en lo que nos previene el Evangelio: vemos la paja del ojo ajeno, y no vemos en nuestros propios ojos, y quizá tengamos una viga.

4 de septiembre de 2016

Novena de Viloria - Homilía del Papa Francisco en la Canonización de la Madre Teresa de Calcuta - Domingo 23º T.O. Ciclo C

«¿Quién comprende lo que Dios quiere?» (Sb 9, 13). Este interrogante del libro de la Sabiduría, que hemos escuchado en la primera lectura, nos presenta nuestra vida como un misterio, cuya clave de interpretación no poseemos. Los protagonistas de la historia son siempre dos: por un lado, Dios, y por otro, los hombres. 

Nuestra tarea es la de escuchar la llamada de Dios y luego aceptar su voluntad. Pero para cumplirla sin vacilación debemos ponernos esta pregunta. ¿Cuál es la voluntad de Dios en mi vida? La respuesta la encontramos en el mismo texto sapiencial: «Los hombres aprendieron lo que te agrada» (v. 18). Para reconocer la llamada de Dios, debemos preguntarnos y comprender qué es lo que le gusta. En muchas ocasiones, los profetas anunciaron lo que le agrada al Señor. Su mensaje encuentra una síntesis admirable en la expresión: «Misericordia quiero y no sacrificios» (Os 6, 6; Mt 9, 13). 

A Dios le agrada toda obra de misericordia, porque en el hermano que ayudamos reconocemos el rostro de Dios que nadie puede ver (cf. Jn 1, 18). Cada vez que nos hemos inclinado ante las necesidades de los hermanos, hemos dado de comer y de beber a Jesús; hemos vestido, ayudado y visitado al Hijo de Dios (cf. Mt 25, 40). 

Estamos llamados a concretar en la realidad lo que invocamos en la oración y profesamos en la fe. No hay alternativa a la caridad: quienes se ponen al servicio de los hermanos, aunque no lo sepan, son quienes aman a Dios (cf. 1 Jn 3,16-18; St 2,14-18). Sin embargo, la vida cristiana no es una simple ayuda que se presta en un momento de necesidad.

Hoja Parroquial - Domingo 23º T.O. Ciclo C


3 de septiembre de 2016

Novena de la Virgen de Viloria - Homilía Domingo 23º T.O. Ciclo C

   Las lecturas del domingo nos hablan de algo que está muy claro en nuestra relación con Dios, que indudablemente pasa por Jesús el Señor. El amor que tengamos por Jesús lo hemos de manifestar en seguimiento de Cristo y ese seguimiento el Señor hoy nos dice cómo ha de ser, en otro momento del Evangelio nos dice que ha de ser con pocas cosas, ahora nos dice el modo.
Queridos hermanos si nosotros decimos amar a Dios pero luego lo único que ponemos es pretextos, justificaciones para otra cosa, ¿de qué amor estamos hablando? Si nosotros decimos amar a nuestros padres, nos han dado todo, especialmente al darnos la vida, han abierto en nosotros un universo por el que les tenemos que dar gracias. Pues bien, si nosotros decimos amarlos, pero no los visitamos, especialmente cuando ya no viven cerca de nosotros, siempre se nos ocurren cosas por hacer. Lo mismo pasa cuando nosotros deseamos amar a Dios, pero no lo visitamos. Está claro, que Dios está en todas las partes, pero Él se ha querido quedar entre nosotros en las especies del pan y del vino, en la Eucaristía. Si Él nos cita cada domingo y no vamos, pero no ir por ir, si no que no sentimos la necesidad de acudir a la iglesia, junto a otros hermanos, igual o más débiles que nosotros, la debilidad de cada uno nosotros no la debemos calibrar, ni tan siquiera la calibra Dios; Él nos mira con misericordia. Pero ciertamente muchas veces  nos justificamos para no ir porque no nos sale, porque no lo sentimos, porque nos parece una pérdida de tiempo, porque tenemos muchas cosas mejor qué hacer. Sin embargo, en Cigales, un cristiano, un Domingo, a las 13,00h no puede tener mejor cosa que hacer que acudir a la iglesia. Pero no se trata ir a verme a mí, que también, porque formo parte de esta comunidad parroquial, es más la presido, por delegación del obispo y en nombre de Jesucristo. Si no que se trata de celebrar el Domingo: alabando al Señor con cantos y oraciones, con posturas, con actitudes, reconociendo como comunidad que somos débiles y tenemos pecado y nos reconocemos pecadores, escuchando la Palabra de Dios, luz que ilumina la oscuridad de nuestra vida, ofreciendo lo que somos y tenemos, que el Señor, con su gracia, con la oración y la imposición de las manos del sacerdote, convertirá en su Vida, partimos y compartimos el Pan. Todo ello una acción de gracias a Dios por lo que ha sido la semana, aunque haya sido de “agárrate que vienen curvas”, siempre hay que dar gracias a Dios.

Madre Teresa de Calcuta y Juan Pablo II

Madre Teresa de Calcutta (entrevista)

2 de septiembre de 2016

Novena de la Virgen de Viloria - 4º día


Hoy en día, por desgracia, existen demasiadas situaciones para estar triste: la falta de trabajo, la precariedad en el mundo laboral, la no consecución de algunos logros después de muchos esfuerzos, después están otros muy pero que muy tristes: el terrorismo, el hambre, la guerra, la violencia de todo tipo, el poco cuidado de la naturaleza, el despilfarro, la desigualdad, las injusticias, la intolerancia, etc. Y así podríamos seguir. Son situaciones personales y globales, mundiales. Situaciones que conviene consolar, aunque muchas veces no se sabe ni cómo ni de que manera. Situaciones, especialmente las globales, que tienen que ver mucho con el pecado estructural, el pecado del mundo, en el que muchas veces parece que nosotros personalmente no tenemos culpa, pero todos somos corresponsables. Por eso, lo contrario de la obra de misericordia: “consolar al triste”, estaría la “indiferencia”, el mirar hacia a otro lado, de la que tantas veces nos alerta el Papa Francisco.
            ¿Cómo consolar a los que lo han perdido todo? Y no precisamente jugando al bingo o la ruleta de la fortuna, sino por los desastres nucleares, o los fenómenos atmosféricos, o los que invirtieron e invirtieron, y los que ven desparecer a sus hijos, etc.

            María es modelo de consolación para los tristes, ella es Madre del Cristo del Olvido, de todos aquellos que mueren, habiendo otros muchos que se olvidan de los que mueren. Cristo no olvida ni a uno solo, ningún hombre, ninguna mujer es indiferente al corazón de Cristo, esto sería contradictorio con nuestro Dios. El Señor se compadece de nosotros, es más nosotros con nuestros padecimientos somos compañeros de la Pasión de Cristo, y entonces podemos pensar: ¿cómo sufrió el Señor? ¿cuántas veces se cayó al suelo y se volvió a levantar? ¿qué tanto sufrió? ¿Recuerdan Getsemaní, y el momento de la crucifixión, y cuando Pedro le negó? Porque hay dolores y dolores, que te niegue alguien que tenías por amigo es muy doloroso. ¿Le oímos en algún momento quejarse, despotricar, etc.? Entonces, así nosotros podemos obrar. Dios solo opera con obras de misericordia y son estas obras las que nosotros podemos ejercitar. Son acciones muy concretas que nos ayudan a salir de nosotros mismos, de nuestro propio egoísmo.

1 de septiembre de 2016

Novena de la Virgen de Viloria - Tercer día


La obra de misericordia corporal que les propongo para reflexionar hoy es “sufrir con paciencia los defectos de los demás”.
            Fíjense que esta disposición nuestra, está elevada al rango de obra de misericordia, es decir, si obramos así, con paciencia con los demás, especialmente lo que para nosotros consideramos defectos de los demás, estaremos obrando según el corazón de Dios.
            Realmente, es muy difícil que todo lo que gira alrededor de la religión cristiana, sea obra sola del hombre, es imposible que el hombre llegue a consideraciones tan altas; solo Dios puede inspirar al hombre, como lo hace, lo que Él dispone. Hermanos no hay ni una sola cosa que nos pida Dios que sea para su, vamos a decir así, “vanagloria”. Al revés lo que consideramos “a mayor gloria de Dios”, es a mayor gloria del hombre, empezando por uno mismo. Porque, ¿qué les parece es justo reírse de los demás, de los defectos de los demás, ridiculizar al personal, hablar a sus espaldas, etc.? ¿Eso, éticamente es bueno? Creo sinceramente que no.
            A diferencia de los baales, divinidades de Asia, también en tiempos de Jesús, a diferencia de los becerros de oro, que buscaban su propia adoración sin más, nuestro Dios necesita ser adorado porque su Presencia conlleva Amor, libertad, para nada sometimiento, sí mucho de aceptar, y de fe.
            Por ello, el Señor nos dice, cualquier cosa que hicisteis con cualquiera de estos, mis pequeños, conmigo lo hicisteis. Cualquier cosa, buena o mala. Queridos hermanos, nosotros decimos amar a Dios, como le vamos a querer ofender, pues cuidado en nuestras relaciones con los demás, porque lo que hagamos con ellos, es como si se lo hiciéramos a Dios mismo, porque Dios está en nosotros, el Emmanuel. Es así de fácil y así de difícil, porque se nos olvida con frecuencia. Nos cuesta mucho aceptar al prójimo, especialmente a los que vemos un día, y otro día y otro día. Cuando no tenemos paciencia con los defectos de los demás, es como cuando al Señor le ridiculizaron con una corona de espinas, con un trapo para tapar sus partes íntimas, cuando le escupieron, le crucificaron, le empujaron, etc. Y eso, aunque a Él le costar, a quién le tuvo que doler más es a la Madre, a María que seguía desde la distancia o la cercanía física a su Hijo.