18 de junio de 2017

Hoja Parroquial - CORPUS CHRISTI


Homilía P. Juan Carlos - CORPUS CHRISTI - 17º Aniversario de Ordenación Sacerdotal

El P. Juan Carlos da gracias a Dios por las muestras de cariño que esta mañana la comunidad ha tenido con respecto a él, con motivo del 17º Aniversario de Ordenación Sacerdotal. 

Solemnidad del Corpus Christi hoy, hermanos. Día grande para la Iglesia y también para nuestros pueblos. La tradición nos indica que hoy es un día para salir a la calle de la mano de Dios. El Señor, digo así siempre, porque es como lo siento, sale a cada esquina, a los cruces de los caminos, por donde habitualmente andamos, por donde pisamos, junto a quien nos encontramos. Desea Él hacerse el encontradizo de muchos de nosotros que en ocasiones miramos hacia otro lado. Hoy es otra oportunidad para afirmar nuestra fe y dar testimonio de la misma. Que no nos dé pudor creer y manifestarnos como creyentes: el mundo necesita referentes. Que no nos dé vergüenza lo que piensen los demás. Nadie se tiene porqué creer ni más ni menos que los demás; en Dios todos estamos alzados en nuestra justa medida.
Hoy es ese día que nos lucimos para el Señor, pues no hay día en el año, como este, que brille más que el Sol. Hoy es el día de la Caridad, para reflexionar sobre nosotros mismos y los demás; para descubrir en el otro, especialmente, en el pobre, el rostro de Cristo que no sale a darse una vuelta por el pueblo sino a manifestar que su Cuerpo sigue roto por la injusticia y el egoísmo.
El Cuerpo de Cristo pasará por la tierra que pisamos e irá bendiciendo: reciclará nuestros sinsabores por un olor a rosa sin igual, que irán lanzando con suavidad estos niños, que hace muy poco recibieron con alegría profunda a Jesús en la Eucaristía.
Cuerpo de Cristo portado por manos de sacerdotes. Manos humanas, y a la vez manos sagradas. Manos que bendicen, manos que alzan el Cuerpo del Señor para nuestra adoración, manos que levantan a nuestros hijos para presentar a la Virgen, manos que depositan alianzas, arras, Palabra del Señor, que entregan la luz de Cristo, manos que mueven incensarios en el momento de la postración, manos que acarician, abrazan y acogen, que quitan lágrimas, manos que derraman agua de salvación, manos que impregnan ceniza, manos que portan la Cruz, el Cirio, manos que unen manos, manos que imponen para el perdón, la bendición, la ordenación, la salud, manos con las que se expresan, manos como todas nuestras manos que trabajan, lavan, friegan, planchan, escriben, pasan las páginas de un libro, etc. Manos que consagran.
Hoy es día para dar gracias por nuestros sacerdotes. Ellos nos dan el alimento necesario para el avituallamiento de nuestra vida espiritual, que es inseparable de nuestra vida total. ¿Cómo desvincular la fe de las obras?
En este día 18 de junio, de un año 2000, fui ordenado sacerdote en una iglesia de Valladolid, la de los Jesuitas, llamada Corazón de Jesús. Era domingo de la Santísima Trinidad. Y, precisamente, celebré mi primera Misa, al domingo siguiente, en la Solemnidad del Corpus Christi. En mi vida estos hitos han marcado la parcela que el Señor me ha entregado: la Eucaristía, el sacerdocio, y el Corazón de Jesús, en cuya novena nos encontramos, que me vincula al Cuerpo de Cristo, la Iglesia, y al deseo profundo de ser misionero del mundo.
Doy gracias al Señor por mi vocación, que siempre estuvo muy presente en mí; es impresionante la labor tan grande que el Señor puede hacer por una persona si esta se deja. Ya desde niño sentí una vinculación muy especial que me llamaba a ser sacerdote. La vida es así, ojalá todos nosotros descubramos la vocación a la que Dios nos llama. En la respuesta que demos a nuestra vocación estará nuestra alegría y felicidad.

Que Nuestra Señora la Virgen nos acompañe a cada uno en la ruta de nuestra vida, que sintamos su presencia, pues ella desea conectarnos con Jesús; a Jesús por María.