Hoy se cumplen 10 años desde que llegué a esta parroquia de Cigales. Diez es un número "bien redondo", como para recordarlo, como para hacer memoria, memoria agradecida.
El mes de septiembre está lleno de recuerdos para mí: el mes en el que se casaron mis padres, en el que nací, en el que inicié el camino de la vida religiosa, en el que me consagré al Señor y también el mes en el que llegué a esta querida parroquia de Cigales, que me ha visto realizarme como sacerdote del Señor, ministro de su Iglesia.
No es momento para recordar pormonerizadamente de cada cosa que ha ido sucediendo a lo largo de estos años, pero sí para -en general- dar gracias al Señor -como María- por todo el bien que me ha hecho y que me sigue haciendo. Recordar todas las personas que he ido conociendo, sin olvidar a aquellas que también nos han ido dejando.
Desde que llegué a Cigales el pueblo me acogió muy bien, así se simbolizó en la acogida que tanto el arzobispo Don Braulio como yo mismo hicimos al terminar la celebración de la Eucaristía (2 de octubre de 2004) en la que cada uno de los feligreses fue pasando dándonos la mano y mostrando su disponibilidad y afecto.
Durante estos años intento construir Iglesia, cuidando también de la iglesia que nos acoge -especialmente- cada Domingo para celebrar la Eucaristía, día en el que la comunidad se reúne para celebrar el Sacramento de nuestra Fe. Construir Iglesia de piedras vivas; construir una comunidad, Cuerpo de Cristo, unida entre sí y unida a Cristo cabeza de la Iglesia. Para ello he ido fomentando la corresponsabilidad en la misión de la Iglesia que es en común - unión. Uno lleva la barca, Jesús el Señor, otro le representa en medio de la comunidad, sacerdote, y todos remamos con la ayuda del viento del Espíritu Santo para llevar nuestra barca a buen puerto, acogiendo a todos/as, sin distinguir razas, ideologías, religión, etc.
Siempre me he sentido sobrestimado por el pueblo, pues este siempre me ha visto más de lo que verdaderamente soy, siempre con "la mosca detrás de la oreja" de que Cigales era poco para mí. Hace tiempo que aprendí de un gran santo (Ignacio de Loyola) que el pie hay que tenerlo "alzado", es decir, con disponibilidad para hacer la voluntad del Señor y para que Él disponga de mí (y al tenerlo alzado dar el paso, cuando se requiera). Esto el Señor lo sabe, también mis superiores, pero sinceramente hasta hoy no ha habido la más mínima referencia a salir de aquí. Eso sí, a lo largo de los años he ido añadiendo, dada la escasez de sacerdotes y de que la "mies es abundante", otras misiones añadidas, como: párroco de Corcos del Valle, de Corcos - Aguilarejo, arcipreste (después elegimos a otro), cuatro años seguidos de estudios que he tenido que compaginar con la tarea de ser delegado diocesano de catequesis, miembro del Consejo Asesor de la subcomisión de catequesis de la Conferencia Episcopal Española, profesor, etc. Agradezco a esta comunidad, su Consejo Pastoral Parroquial y su Junta Económica Parroquial, catequistas, ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión, coros, cofradías, papás de los niños de catequesis, niños, adolescentes, jóvenes, etc. todos en general; la comprensión que siempre han tenido para conmigo y para reconocer que los tiempos son nuevos y que no se puede seguir como hasta ahora y por ello todo lo que puedo delegar en otros/as ha sido acogido con generosidad y comprensión.
Nuestra parroquia es una comunidad viva, que intenta seguir los pasos del Maestro. Pueblo de Dios que peregrina por esta villa pero que está abierta al resto de las parroquias que configuran nuestro arciprestazgo, nuestra diócesis y nuestra Iglesia Católica = Universal. Nuestra parroquia es hoy muy conocida, gracias a los Medios de Comunicación Social, para que se sirva del testimonio que podamos dar otros, de los cinco continentes.
También, valoro con estima y afecto toda la ayuda que ha procedido desde los distintos organismos de la vida pública, especialmente del Ayuntamiento de Cigales, así como de sus regidores/as; todos ellos de gran cercanía para conmigo y nuestra parroquia.
Aunque los años van pasando, me sigo sintiendo joven, con mucho celo apostólico. Les aseguro que cuando comienza el día, ya estoy levantado y doy gracias a Dios por esta comunidad, este pueblo y las personas que aquí habitan. Me uno a la oración de la Iglesia y pido para que todos sigamos transmitiendo con la alegría la fe y así podamos evangelizar, anunciar la Buena Noticia a todas las gentes.
Cuento con la oración de todos, especialmente de las personas mayores y de aquellos que por enfermedad no pueden seguir con nosotros la dinámica pastoral. Todos en comunión de ánimos.
Cuento con la oración de todos, especialmente de las personas mayores y de aquellos que por enfermedad no pueden seguir con nosotros la dinámica pastoral. Todos en comunión de ánimos.
Un abrazo para todos/as, vuestro párroco,
P. Juan Carlos