En torno a la Natividad de Nuestra Señora, el pueblo de Cigales celebra a Santa María de Viloria. El pueblo la venera como patrona y abogada.
Cada 30 de septiembre la ermita se abre para acoger a todos los fieles devotos que acuden, generalmente andando, para honrar a María. Se celebra la Eucaristía, hay una predicación que mueve los corazones hacia el amor de la Madre y hacia su hijo Jesús, se reza la novena y se canta la Salve.
A lo largo de esos nueve días el pueblo se congrega en la casa de la Virgen, en el pago de Viloria, donde hace tiempo Nuestra Señora se apareció a un pastor. Y desde el siglo XVII contamos con una cofradía de hombres y mujeres, pero es todo el pueblo el que se siente movido por el amor grande y generoso de la Madre, pues este ha recibido innumerables gracias. Por eso los files acuden cada año para agradecer, pedir, ofrecer, etc. Son muchas las personas que se presentan ante María para encomendar una persona, la vida, una enfermedad, alivio en el trabajo. Son muchas las generaciones de cigaleños que cada año acuden a honrar a la Virgen, pero son todos los días los que la llevan en el corazón.
Como párroco de esta parroquia le pido a la Virgen mueva los corazones de sus hijos para que sientan en el amor de esta Madre, que correspondan a su amor maternal todos los días de su vida, tal y como viene a decir la oración que se reza cada día en su novena: alimentando la fe, siendo constantes en la devoción a María, fomentando la fe de la Iglesia Católica, fomentando las virtudes de la Virgen entre nosotros: el servicio, el sufrimiento encauzado desde su puesto al pie de la cruz, el discipulado, la alimentación de la fe, el amor a Dios y el amor al prójimo.
A María le pedimos por todas las personas enfermas, que están solas, que son mayores, que no tienen trabajo, que sufren, a nuestros familiares difuntos, etc.
Virgen Santa de Viloria, ruega por nosotros.
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