Que alegría sentimos todos por la
fiesta. Las fiestas no es algo que se improvise, se preparan con mucho tiempo.
Es más en cuanto se terminen estas, seguro que empezará la cuenta atrás para
las siguientes. Las fiestas son para lo que son, especialmente las de los
pueblos: para divertirse, para reírse, para descansar, para desconectar, para
acoger, etc. Mucha gente frecuentará nuestro pueblo estos días, también
nuestras casas, nos reuniremos por peñas, por amigos, por familia, etc. dando
lo mejor de cada uno, para que estemos –como se suele decir- “en paz y gracia
de Dios”. La fiesta no es mala, por eso nosotros siempre celebramos la fiesta
más importante que es la Eucaristía y nos reunimos cada domingo para vivirlo y
recordar que Jesucristo está en medio de nosotros.
Las
fiestas suelen tener un motivo, aunque hay veces –desgraciadamente- que el
objeto de la fiesta pierde su sentido porque hay otros aspectos que lo van
difuminando. Qué triste sería ir a un cumpleaños y “pasar” del homenajeado; y
que lo importante fuera: fiesta, fiesta.
Las
fiestas de Cigales tienen un sujeto claro, son las fiestas de Santa Marina. Y
esto quiere decir que nuestros antepasados eligieron a esta mujer, virgen y
mártir, para ser modelo de cigaleño. Es verdad, hasta hace nada la sociedad
toda ella era cristiana y nada de lo que estoy diciendo se ponía en cuestión.
Con el tiempo, estamos pasando a una sociedad más plural en el que la fe es una
opción. Eso está bien porque eso nos mueve a no ser masa, sino a ser personas
que eligen unas cosas y dejan otras. Esto nos llevará a ser cristianos más
auténticos, a comprometernos más por la fe y a figurar menos, a vivir más en
clave comunitaria y no como peña “que va a su bola”.
Por
eso, Santa Marina sigue siendo un referente para todo cigaleño hoy, creyente o
no creyente. Efectivamente, Santa Marina nos muestra como ella fue capaz de
poner a riesgo su vida, incluso la dio, por el gran amor que tenía por Jesús. Hoy
esto sigue siendo posible, hay mucha gente que lucha por lo que quiere:
estudiar para tener un trabajo, formar una familia, prosperar, etc. y
desgraciadamente también nos encontramos con personas que no alcanzan sus
metas. Lo interesante es poder tener modelos para luchar en la vida y no ser
del montón; yendo muchas veces contra corriente, combatiendo la inercia a la
que nos impulsa una sociedad del “aquí y ahora”, del “comamos y bebamos que
mañana moriremos”.
Santa
Marina tiene una vida muy de leyenda pero como toda leyenda nos deja una gran
lección, especialmente para vosotros jóvenes que me oís. Ella era muy joven
cuando fue arrebatada de este mundo. Ella luchó por una causa. Su lucha no fue
desde la violencia que –como sabemos siempre engendra más violencia, su lucha
fue desde la consciencia de lo que hacía por la consciencia de lo que sentía:
su gran amor por Jesús. Un amor nada pastelero, ni de película romántica, un
amor que sabe de sufrimiento, el sufrimiento de ir en contra de su propio
padre, que le apartaba de su fe en Dios.
Esta
santa del siglo II, no es una antigua, con valores antiguos: ser virgen es ser
siempre nueva, como cada día puede ser nuevo para cada uno de nosotros, nuevo
en la manera de ver a los demás, sin prejuicios, sin miradas cansadas de tanto
ver lo de siempre, es no caer en la tentación de decir “aquí siempre se ha
hecho así”, virgen es ser transparente, puro, cuando uno se preserva es porque
lucha también contra los propios instintos, pero sobre todo porque se reserva
para un Bien mayor. Y es mártir, como tantos como hoy –lamentablemente- sigue
habiendo. Sí, hoy, siglo XXI los cristianos siguen siendo perseguidos y son
muchos los que son asesinados en la vía pública. Esto que es lamentable y
parece inventado, es una gran verdad con mayúsculas. Los mártires son semilla
de una Iglesia nueva.
Queridos
hermanos, disfrutemos de esta fiesta de Santa Marina, la alegría es buen
síntoma no solo en estos días, sino siempre. Seamos abiertos, acogedores,
hospitalarios,… que la gente que viene de fuera se lleve una buena impresión de
nosotros, lo de menos son los medios, porque podemos tener de todo y vivir
dormidos e indiferentes a lo que ocurre a nuestro lado.
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