¡ESTAD
ALEGRES!
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Estoy
amargado! ¡Qué asco de vida! ¿Para qué esforzarse? ¡No hay trabajo! ¡Todo me
sale mal! ¿Por qué todo lo malo, me toca a mí? ¿Merece la pena vivir?
I.
Reflexión
La
alegría no es cosa fácil. La alegría nace de la paz interior, de una conciencia
tranquila, del deber cumplido, de un amor verdadero, de una confianza en Dios.
La
persona amargada, triste, desesperanzada de la vida jamás dará testimonio de
alegría.
La
persona alegre, da testimonio de Cristo vivo, glorioso, resucitado.
La
persona alegre toma como evangelio de su vida el sermón del monte: Las
Bienaventuranzas.
La
persona alegre considera los sufrimientos y enfermedades como gracias de Dios.
La
persona alegre tiene su corazón abierto a la generosidad, a darse a los demás,
a aliviar la vida de sus semejantes, sobre todo si son débiles y están
enfermos.
La
persona alegre no tiene miedo a las contrariedades y contratiempos de la vida.
«Un
doctor de la ley contemplaba el espectáculo de la plaza del mercado. Era un
hormiguero de gente. De buenas a primeras se presentó allí el profeta Elías.
El
doctor de la ley aprovechó la ocasión para decirle al profeta:
- Disipa
mi ignorancia, ¿entrará alguno de estos comerciantes en el futuro reino de
Dios?
-
Ninguno, ¡ni uno siquiera!, -respondió el profeta sacudiendo ligeramente la
cabeza.
En esos
precisos momentos llegaban a la plaza dos señores. Se pusieron a hacer juegos
de destreza, a decir chistes y a hacer payasadas para atraer a la gente.
Enseguida
se vieron rodeados de grandes y pequeños que se divertían y aplaudían entre
grandes risotadas. El profeta Elías exclamó:
- ¡Estos
si que entrarán en el futuro Reino de Dios!
El
doctor de la ley fue a hablar a los dos payasos:
- ¿Qué
es lo que vendéis?, -les preguntó.
Respondieron:
- Aunque
tambíén nuestro corazón está triste, queremos vender a todos la alegría de
vivir».
Bruno FERRERO
Oración
María:
Madre de Jesús y madre nuestra, con confianza acudo a ti.
Desearía conseguir tu actitud ante la vida,
para vivirla con alegría y en plenitud.
Que sea siempre agradecido al don de tu Hijo,
para poder servir generosamente a mis hermanos.
Que mi corazón esté abierto y sea sensible a las necesidades de los que sufren, para que el testimonio de mi vida les ayude a vivir con plenitud.
Gracias, Madre.
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