19 de marzo de 2015

ESLABÓN DE SAN JOSÉ (P. Javier Leoz)



Eres José, de María, esposo 
silencio en medio del ruido 
que nos trae, nos descubre y nos lleva al Salvador. 
Eres prudencia, cuando sin verlo todo claro, 
ves más allá de la nube de la incertidumbre 
cuando Dios habla en horas inciertas y amargas. 

Eres sencillez que, en los compases complicados, 
nos descubres que la vida hay que tejerla 
con las agujas de la humildad y de la docilidad. 
Que, sólo desde el la apertura de miras, 
se puede llegar a comprender que Dios 
lejos de pedir imposibles 
convierte en real lo que para nosotros es inalcanzable. 

Eres, José, eslabón de una cadena pretérita 
que se hace fuerte en su Anunciación 
se rompe en la noche del nacimiento de Cristo 
y fiel en los momentos de su predicación. 

Eres, José, oído que escucha y labios que callan 
pies que caminan en lo desconocido 
y corazón que ama sin saber por qué en verdad amar. 

Eres, José, pensamiento que en el cielo descansa 
y, además, reflexión que todo lo aclara. 

Con razón, José, no hay deseo que tú no lo alcances 
sabes, como nadie, cómo llegar al Corazón de Cristo 
y, en ese corazón, depositar las oraciones 
de los que ni somos sencillos ni obedientes 
ni, tal vez, soñadores con lo que tú soñaste 

Dirígenos, hombre de calma y paz, 
para, en ese silencio, a Dios poder encontrar. 

Cadena, eres José, que une lo humano y lo divino 
lo imposible con lo certero 
las lágrimas con el consuelo 
las dudas con los dulces y divinos sueños. 

Siempre, entre bambalinas, en lugar apartado 
eres reflejo de lo que debe ser un gran santo: 
siempre escondido 
para que Dios brille en todo su esplendor.

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