La
cuaresma invita a la conversión; personal, social, de las estructuras, y el
Papa Francisco nos anima a reflexionar sobre una conversión pastoral o una
pastoral de la conversión. Entendamos por “conversión”: vuelta, cambio,… y por
“pastoral”: acción evangelizadora de la Iglesia; entendamos por “conversión
pastoral”: cambio en la acción evangelizadora de la Iglesia. Precisamente la
llamada que sugiere la Nueva Evangelización.
El Año de la Fe, la Nueva
Evangelización, la Conversión Pastoral, nos están demandando un cambio de
actitud, nos está pidiendo una vuelta (“conversión”) a las fuentes: la Palabra
de Dios. Parece necesaria una mayor cordialidad pastoral, en el sentido
siguiente: “cor/cordis”, nos habla de corazón, pues bien, la relación íntima,
personal primero, que tengamos con el Señor, de corazón a corazón; desde la
experiencia de habernos encontrado con Él surgirá el testimonio que podamos dar
de ese encuentro. Por tanto, la chispa de esta conversión comienza en la
oración, el Espíritu Santo inspira la Palabra de Dios e inspira a aquellos que
le invocan para la misión. En este sentido el discernimiento es clave para la
conversión pastoral, pues no se trata solo de cambiar por cambiar, sin intuir
por dónde nos lleva el Señor. En este sentido, la intuición será más objetiva
en la medida en la que el discernimiento sea comunitario.
La conversión pastoral es una
llamada a toda la Iglesia, a todos los miembros que la formamos, para que nos
hagamos responsables, todos, en la medida de nuestra vocación, carisma,
disponibilidad, etc., de la misión evangelizadora de la Iglesia. Formamos una
unidad pastoral y a todos nos interesa. El parcelamiento
y el individualismo no son buenos
aliados.
Sin embargo, la luz de la fe será la
que nos posibilite afrontar la realidad que nos está tocando vivir, más que
como un pesar, como un desafío evangelizador. Así pues, tenemos la oportunidad
de presentar el mensaje de la Salvación desde la convicción, somos creyentes,
amamos al Señor y su Iglesia, no nos aterra el momento, no lo vivamos de modo
fatal; sino que aprovechemos para evangelizar desde el testimonio de vida, más
que desde la teoría.
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