Señor y Dios mío, que os dignasteis elegir a los gloriosos Joaquín y Ana
para abuelos de vuestro unigénito Hijo, según la carne,
por ser padres de la Madre de Jesucristo, Nuestro Redentor.
Confiado en el valimiento que ante vuestra divina Majestad han de gozar;
pues puede decirse que la sangre de Joaquín y Ana
corrió por las venas de Jesucristo,
por lo tanto creo firmemente que estos grandes santos tienen particular derecho a sus méritos, a sus favores y a sus gracias;
y que basta que se interesen por alguno para que sea dichosa su suerte.
Yo los invoco Señor y Dios mío, para que ellos sean mis abogados.
Estoy seguro que tu Hijo divino no podrá negar nada a su Santísima Madre,
así como la Santísima Virgen no podrá negar,
nada a aquellos que después de Vos le dieron el ser.
Por eso, Dios mío,
pongo mi confianza y tomo por mis protectores a San Joaquín y Santa Ana, esperando que por su mediación
me otorgues las gracias que necesito para vivir santamente
hasta el último instante de mi vida. Amén.
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