18 de julio de 2013

Misa de Santa Marina

Queridos hermanos tenemos por delante unos días de fiesta en el que por todos los lados vamos a tener prójimos. Todos ellos son una oportunidad para lucirnos no solo como personas, como buenas personas, sino también como cristianos, que algo –bastante- nos distinguirá de los que no lo son. El prójimo muchas veces no es el que precisamente mejor me cae, no se crean que el samaritano simpatiza con el judío, al revés, pero lo importante no es mirar lo que es o cómo piensa, de dónde procede o de qué pie cojea, sino que es mi prójimo, y ahí hay una persona que necesita de mi amor, expresado en servicialidad, entrega, en dar el pie a torcer, en la escucha, en la acogida y la hospitalidad, etc.,… Muchas veces los estereotipos que hacemos de las personas son falsos y nos juegan malas pasadas, los juicios a primera vista más; demos tiempo a conocer a las personas, a respetarles, a valorar el gran don que todas ellas tienen, hay que saberlo descubrir. Entonces sí seremos samaritanos, porque tenemos en la vida referentes como Jesús y como Santa Marina, virgen y mártir. Virgen, no es fácil pero es posible. Mártir, tampoco es fácil, pero cuando en el quien se cree te ama tanto, no miras las consecuencias.
Pidamos al Señor por medio de Santa Marina, nuestra intercesora hoy y siempre, que tengamos unas fiestas que nos ayuden a estar más cerca los unos de los otros, a descansar, a pasarlo bien y a dar gracias a Dios por todos los bienes recibidos. Así sea.


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