El P. Pedro Fabro, SJ. ha
sido proclamado santo hoy 17 de diciembre. El Papa Francisco ha
canonizado a uno de los primeros compañeros de San Ignacio
extendiendo su culto a la Iglesia universal. Se trata de una canonización
llamada "equivalente" según la cual el Papa, por la autoridad que le
compete, extiende a la iglesia universal el culto y la celebración litúrgica de
un santo, una vez que se comprueban ciertas condiciones precisadas por el Papa
Benedicto XIV (1675-1758). Esta praxis ya ha sido utilizada por el Papa Francisco
para la canonización de la beata Ángela de Foligno el 9 de octubre pasado, y
por su predecesores Benedicto XVI, Juan Pablo II, Juan XXIII y otros.
La canonización del Beato Pedro Fabro tiene un significado particular porque es
un modelo de espiritualidad y de vida sacerdotal para el actual Pontífice, y al
mismo tiempo un punto de referencia importante para comprender su estilo de
gobierno. Testigo de una época que vio minada la unidad de la
Iglesia, aunque permaneció al margen de las disputas doctrinales, Fabro enfocó
su apostolado a la reforma de la Iglesia, y se convirtió en precursor del
ecumenismo. Hasta qué punto su ejemplo ha penetrado el horizonte pastoral
del Papa Francisco aparece en el sintético retrato que el Papa hizo en la
entrevista de la Civiltà
Cattolica , al revelar algunos aspectos esenciales de su figura: "El
diálogo con todos, aun los más alejados y los adversarios, la piedad sencilla,
una cierta ingenuidad, disponibilidad inmediata, su atento discernimiento
interior, el hecho de ser una persona de grandes y fuertes decisiones y, al
mismo tiempo, capaz de ser tan dulce, dulce..."
La
fisonomía de Fabro es la de un contemplativo en la acción; un hombre atraído
por Cristo y apasionado por la causa de sus hermanos, experimentado en el
discernimiento de espíritus, dedicado al ministerio sacerdotal con paciencia y
suavidad, que se dio a sí mismo sin esperar ninguna recompensa humana. Fabro
encuentra a Dios en todas las cosas y en todos los ambientes aun en los
más fríos y hostiles. En su Memorial,
que es uno de los documentos principales de la espiritualidad en
los comienzos de la Compañía de Jesús, concibe su vida como un camino, un viaje
por las diversas regiones de Europa a ejemplo de Cristo: itinerante por
obediencia, siempre atento a cumplir la voluntad de Dios y no la propia.
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