Tu camino, será nuestro
sendero
Tu meta, nuestro
horizonte
Tu verdad, luz en
nuestro caminar
Tu tesoro, Cristo:
ayer, hoy y siempre.
Sí; María. Tú eres “pilar” que nos sostiene
en situaciones de
flaqueza y de ruina
ayúdanos a ser, también
nosotros,
sillares de paz y de
esperanza.
A ser piedras vivas de
ese templo vivo
que está llamado a ser
el mundo
con la fuerza del
Evangelio.
¿Nos ayudaras, María?
al que nos agarramos en tiempos de tormenta
en el que nos apoyamos cuando la fe tambalea
en el que nos despertamos
cuando la esperanza es somnolienta.
en situaciones de peligro y de discernimiento
en batallas no fáciles y sin tregua
en momentos amargos y noches oscuras.
Pilar, en pequeño, que nos lleva a ese otro PILAR
Pilar de fe en Cristo
Pilar de la Resurrección de Cristo
Pilar de la Salvación de Cristo
Pilar de lo que nos espera en el cielo.
Ayúdanos, Virgen y Santa Madre mía,
a ser piedras que se vayan colocando
para construir caminos que conduzcan a los hombres
al destino final que es la Patria del Cielo.
Amén.
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