PRIMER DÍA: “Dar
de comer al hambriento”
Este Año, como saben, es Jubilar,
es el Año Jubilar de la Misericordia. Exactamente fue
el pasado día de La Inmaculada Concepción, cuando el Papa Francisco inauguró el
Año Jubilar de la Misericordia para toda la Iglesia universal.
Previamente, en viaje apostólico al centro de África tuvo
el detalle de anticipar esta apertura en la catedral de Bangui. Reconociendo
aquella ciudad como capital espiritual, pues en “una tierra que sufre desde
años la guerra, el odio, la incomprensión, la falta de paz; en esta tierra
sufriente – dijo Francisco-, también están todos los países del mundo que están
pasando por la cruz de la guerra”.
Nuestra diócesis también tuvo la oportunidad de vivir este
gran acontecimiento: fue en la tarde de un domingo y en la S.I. Catedral de
Valladolid, celebración que fue presidida por Don Ricardo, nuestro padre y
pastor.
Este año nos servirá para profundizar todos en esta actitud
cristiana: la misericordia. En la catequesis habremos de iniciar en la
misericordia, predicando con el ejemplo, como siempre.
Por esta razón pretende durante estos días de la Novena en
honor de nuestra Señora del Carmen, así como los que nos preparen para la
Solemnidad de la Natividad de Nuestra Señora, Virgen de Viloria, abordar las
distintas obras de misericordia. Ellas son fruto del amor a Dios. Nuestra fe
reflejo de la consciencia del amor de Dios hacia nosotros, se proyecta de igual
manera hacia el prójimo. En esta novena vamos a pedir al Señor que esa
proyección sea limpia y no se desvirtúe por nada del mundo.
La Virgen María, es la persona que ha ejercitado todas
estas obras de misericordia en grado sumo. Ella, también, es Madre de la
Misericordia, y todo su obrar consiste en ejercitar esa misma Misericordia que
ella misma ha recibido de sus antepasados, por eso ella canta: “su misericordia
llega a sus fieles de generación en generación”.
En este
primer día pasamos a considerar, brevemente, la obra de misericordia corporal: “dar
de comer al hambriento”. Habría que partir de una pregunta previa: ¿de qué
hambre estamos hablando? Pues hay muchos tipos de hambre. Pero, no olvidemos
que ahora estamos considerando las obras de misericordia corporales, y
ciertamente nos encontramos a muchas personas que pasan hambre. Hoy hay mucha
gente que pasa hambre, mientras también hay mucha gente que nada en la
abundancia: desperdicia la comida, incluso la tira.
Necesitamos
que la Virgen, Madre de la Misericordia, nos inspire la actitud más
recomendable del cristiano: valorar todo como recibido de Dios para su
servicio. El alimento nos da fuerzas para continuar el camino. Pero, hermanos,
no solo a nosotros, sino a todos los que nos acompañan en nuestro camino o en
otros caminos, todos somos hermanos. Hemos de compartir el pan: “danos el pan
de cada día”, pero ayúdanos a compartirlo con los demás.
Madre,
ábrenos los ojos y todos los sentidos de nuestra vida para tener sensibilidad
para percibir el hambre que hay en nuestro mundo, porque en una boca hambrienta
está Jesús el Señor. Precisamente
Jesucristo mismo nos lo dijo: “Cuando me visteis con hambre…”, “a mí me visteis”.
Jesucristo pasa hambre, el hijo de María pasa hambre, ¡y no nosotros vamos a
dejarle así!, pasando hambre.
Señor
danos entrañas de misericordia para acoger al hambriento y compartir con él lo
que buenamente podamos, sin entrar en el juego del juicio o la desconfianza.
Un corazón
desprendido es más feliz que otro que está muy seguro en lo que tiene.
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