“Tengo sed”, dijo el Señor en la
cruz. Que mal se pasa cuando hace mucho calor y no puedes beber. Que mal se
pasa cuando ves que hay gente que puede beber y tú no puedes llevarte ni un
vaso de agua a la boca. Y que mal se tiene que pasar, cuando, aun así, lo que
te ofrecen es hiel o vinagre.
Esta obra de misericordia nos
recomienda dar de beber. En la Biblia tenemos distintas imágenes del AGUA.
Precisamente, hoy algunos de nuestros hermanos de comunidad, han ido a visitar
la exposición de las Edades del Hombre: AQUA. El elemento que sirve como hilo
conductor de toda la exposición es el agua, porque es -también- es un elemento
purificador. El agua se encuentra en los inicios de la creación, en el diluvio
universal, en el paso del Mar Rojo, cuando el pueblo de Israel fue liberado de
Egipto, en la Samarita, en el pozo de Jacob, cuando el Señor dijo a la
samaritana le dio una verdadera catequesis en el que le habló de distintos
tipos de agua. ¿Dónde satisfacemos nuestra sed? El Señor fue bautizado por Juan
en el río Jordán. Este río y otros mares eran lugar de trabajo para los
discípulos del Señor, que pasaron de ser pescadores de peces a ser pescadores
de hombre. El agua con el que se lavó las manos Pilato, y otro agua -muy
distinta- con la que el Señor lavó los pies a sus discípulos, agua parecida con
la que enjugó aquella mujer los pies del Señor, con aquel caro perfume.
En este Año de la Misericordia, el
agua no solo calma nuestra sed, sino que también colma de gracia nuestra vida.
En la medida en la que nosotros renovemos nuestro bautismo por medio del
sacramento de la penitencia, podremos estar recibiendo esa agua purificadora
que nos llena de la misma misericordia de Dios para que nosotros, como cubos,
también seamos dispensadores de esa misma agua, de esa misma misericordia, para
los demás.
Demos, por tanto, de beber al
sediento, que tiene sed del Señor. Nuestro mundo, aunque no lo diga, busca
pozos donde poder colmar la sed interior. Evidentemente cuando se perfora la
tierra, cada uno de nosotros estamos hechos de una tierra, o de distintas,
podemos encontrarnos con manantiales o podemos encontrar con sequedad.
Dar de beber al sediento. María,
nosotros muchas veces hemos de reconocer que también tenemos mucha sed, y
pretendemos saciarnos con bebidas azucaradas. Danos, Señor, el agua de la vida,
que satisfaga definitivamente nuestra vida, y nos vuelva a Ti.
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