
Toda la comunidad estaba invitada a esta cita, y allí nos reunimos un buen grupo de nuestra parroquia: niños, jóvenes y mayores. Todos para comenzar el recorrido hacia la cumbre Pascual. La primera jornada: "el miércoles de ceniza".


Pero aún recuerdo como una chica en un colegio me preguntó: "pero, Jesús, ¿de qué nos salva?". Efectivamente, un corazón duro, que parece que lo tiene todo, lleno de ruido y vanagloria, etc. difícilmente puede sentir la salvación de Dios, solo lo reconocerá "un corazón humilde y misericordioso". Jesús nos regala la salvación pero no todos la reconocemos como tal, es más -a veces- la podemos sentir intermitentemente, se nos olvida y no somos conscientes de la Presencia de Dios en nuestra vida que lo llena todo de felicidad y frescura.
Jesús nos salva por medio de su amor y nos contagia de su amor. Nuestras vidas serán más plenas en la medida en la que estemos apegados a Él y nos dejemos configurar con Él. Jesús quiere nuestra salvación, es lo mismo que decir "quiere nuestra felicidad". La felicidad verdadera, pues aunque tengamos muchas cosas podemos tener un vacío muy grande, es en el interior donde Jesús llena.
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