6 de abril de 2012



EMBELLÉCENOS, SEÑOR, CON TU PASIÓN
Que el hombre, errante y sin rumbo,
sólo sabe vivir si es para disfrutar.
Que, la pasión del hombre de hoy,
no se clava en cruz que se eleva hacia el cielo
Que, los sufrimientos del hombre de hoy,
no siempre son ofrecidos, al igual que los tuyos,
por causas nobles, santas y eternas.
EMBELLÉCENOS, SEÑOR, CON TU MUERTE
Porque, los caminos que elegimos,
se convierten en vías dolorosas de a ninguna parte
Porque decimos vivir bien, y morimos mal
poseerlo todo y carecer de lo esencial
aparentarlo todo y saber que, en el fondo,
estamos desnudos y sin nada.
EMBELLÉCENOS, SEÑOR, CON TU SANGRE
Sangre que sea manantial de Vida Eterna
Sangre que, al juntarse con la nuestra,
la convierta en rio de gracia y de amor
de ternura y de sacrificio, de perdón y de paz.
¡Necesitamos tanto tu sangre derramada, Señor!
EMBELLÉCENOS, SEÑOR, EN TU CRUZ
En ese madero donde, las pocas palabras,
nos elevan y nos hacen sentirnos más tuyos
En esas traviesas donde, el amor sin límites,
es sacrificado, traicionado pero más Divino que nunca
En ese mástil que, disparándose hacia el cielo,
nos indica el camino final de las buenas obras
el premio merecido a todo combate por Dios
la aureola que se impone a la perseverancia cristiana
el abrazo del Creador
a todo el que cumple su voluntad antes que la propia
EMBELLÉCENOS, SEÑOR, CON TU SILENCIO
Habla Tú, Señor, y muéstranos la luz de tu rostro
Habla Tú, Señor, e  indícanos el camino del amor
Habla Tú, Señor, y no tengas en cuenta nuestros pecados
Habla Tú, Señor, y ten misericordia de nosotros
Habla Tú, Señor, y como al buen ladrón
deja que, ahora más que nunca,
no nos olvides al dejar este mundo desagradecido.
Amén
Javier Leoz (Pamplona-Navarra)










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