15 de junio de 2012

Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús

MÍRAME, SEÑOR, Y NO DEJES NUNCA DE MIRARME No dejes, nunca, de mirarme, Señor porque, donde Tú miras, sé que se encuentra el pozo de la felicidad. ¿Qué tiene tu mirada, Señor? ¿Por qué, hundiéndose tus ojos en el suelo, no dejas de poseer tu corazón en el cielo? No dejes, nunca, de mirarme, Señor porque, de la manera en que Tú miras uno se encuentra con la paz sin fisuras con la sabiduría que viene del cielo con la serenidad que necesita nuestra existencia. ¿Por qué me miras, así, Señor? Indigno soy de tu mirada, Señor. Me propones caminos de vida, y elijo los que conducen a la muerte Me susurras palabras de aliento, y me disipo en el ruido Me acaricias con mano de amigo, y mendigo aquellas que no me ofrecen nada. Mírame, Señor, y no dejes nunca de mirarme. Porque, el camino, cuando Tú marchas delante es menos árido y menos complicado Porque, la senda, cuando es iluminada por tu presencia se convierte en vida y esperanza, ilusión y agradecimiento. Mírame, Señor, y no dejes nunca de mirarme. Para que mi corazón, junto al tuyo siempre, se agite con movimiento ascendente, hacia el cielo y en ritmo descendente, hacia la tierra. ¿Por qué me miras, así, Señor? ¿Qué tengo yo de noble para que tus ojos se detengan en mí? ¿Qué has encontrado en mi vida para que, por un solo instante, sea yo merecedor de tanto amor y de tanta gracia? No me importa, Señor; Aquí tienes mi fragilidad y mi angustia mis temores y mi cobardía mi dureza y mis egoísmos mis luchas y mis contradicciones mis flaquezas y mis caídas. Mírame, Señor, y no dejes nunca de mirarme. Porque, cuando Tú miras, sé que el futuro ya no será tan incierto ni tan difícil soportarlo Sé que el presente estará más lleno de plenitud y de luz Sé que el pasado, ya no contará por los errores cometidos. Mírame, Señor, y no dejes nunca de mirarme Y, cuando me mires, déjame, siquiera un segundo, acercarme a tu corazón y, luego, seguir adelante. Amén

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