3 de diciembre de 2012

San Francisco de Javier, SJ.

Nació un 7 de abril de 1506 en un costado de este viejo reino de Navarra y murió un 3 de diciembre de 1552 en Sancián a las puertas de China.
Lo nuclea
r es que se enamoró de Jesús de Nazaret y que amó al prójimo como a sí mismo. Pero, entre todo lo mejor, el óptimo regalo que él consideraba que podía ofrecer a los demás era la FE. Tenía una obsesión: llevar almas hacia Dios. Sufría al pensar que, multitud de personas, morían sin saber que Dios era amor. Que existía Dios.
Fue un catequista de primera categoría. Disfrutaba con lo que hacía porque, primero, creía en lo que realizaba: avanzaba, sembraba y dejaba continuadores de su obra. Una de los milagros que de Javier es precisamente ese: allá por dónde San Francisco Javier pasó…se mantiene el cristianismo

¿Qué podemos aprender hoy de Javier?
Hay dos aspectos: el de las personas que tienen fe y el de las que no. Para estas últimas, Javier fue alguien que supo salir de su yo personal, alguien que renunció a sus deseos inmediatos, que organizó su pirámide de valores y que tuvo el coraje y el valor de perseguir hasta el final las cosas que consideraba más importantes. Para un no creyente, Javier es alguien que sale de sí mismo para servir a los demás. Cualquier persona puede ser hoy un buen profesional si vive estos criterios. Para el que tiene fe, Javier es alguien profundamente enamorado de Jesús de Nazareth. Frente a nuestra posible mediocridad, su vida nos recuerda que vale la pena emplearse a fondo. De haber seguido en París, podría haber sido doctor en Arte y catedrático de la Sorbona, y quizá hoy tuviese dedicadas unas líneas en alguna enciclopedia, pero no lo hubiese conocido nadie. Javier es conocido porque fue consecuente con su fe, porque se empleó a fondo en el mandamiento del amor.

¿Cómo sería hoy Javier?

Tengo clara una cosa: Javier utilizaría todos los medios que nos presta la técnica moderna. En vida no tuvo ningún escrúpulo para utilizar la flota portuguesa y para apelar a Portugal cuando necesitaba ayuda. No escatimó ningún recurso para extender el Evangelio y creo que hoy haría lo mismo con los medios de comunicación social o Internet. Tendría además muy clara su finalidad en la vida. Y un tercer criterio: no se mordería la lengua ante aquellas cosas contrarias a sus principios. Nunca lo hizo en vida y tampoco lo haría ahora.
Muchos admirarán su figura social (por el hecho de haber nacido en Navarra o ser su patrón) pero qué bueno sería que no olvidásemos aquello por lo que ha sido conocido. San Francisco Javier es notable no por haber nacido en nuestra tierra, no por haber estudiado en París, ser hijo de familia poderosa venida a menos…ni tan siquiera por haber recorrido cientos de miles de kilómetros en tiempos de escasez de medios.
San Francisco Javier es importante por una cosa: fue heraldo del Evangelio. Se entusiasmo con el mensaje de Jesucristo y lo contagió allá por donde pasaba. 

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