20 de enero de 2016

SANTO ÁNGEL DE LA GUARDA, ruega por nosotros


















Acaba de ser restaurada la imagen del Santo Ángel de la Guarda, del siglo XVII, de autor desconocido. Una talla de estilo barroco, que tiene detalles propios, como por ejemplo, las mechas del pelo ensortijado, del maestro Gregorio Fernández. 

La parroquia agradece, a través del Servicio de Cultura de la Diputación de Valladolid, el bello trabajo realizado por las restauradoras del taller de las Edades del Hombre, ubicado en el Monasterio de "San Bernardo" de Valbuena de Duero.

En palabras de Pilar, una de las restauradoras: "el trabajo ha sido duro, laborioso, entretenido,... pero muy interesante". Realmente se ha recuperado una de las imágenes más bellas de nuestra iglesia parroquial. El trabajo, como se puede apreciar en la memoria de restauración, el antes y el después, ha sido mucho. Ahí está el desafío de estos grandes artistas. Se acercan, haciendo coincidir, la génesis de su creación con lo que hoy nos presentan, después de mucho deterioro de la imagen por el paso del tiempo.

Esta imagen contaba con unas alas que no se corresponden con su tiempo, son muy posteriores y por esta razón, se ha preferido quitarlas, dando a la imagen un mayor realce en todos los ángulos por el que sea mirado. Se le ha añadido el niño, que esta vez podemos decir que estaba perdido pero hallado en este templo parroquial.

Es una imagen muy delicada, especialmente en el gesto de dar la mano el ángel al niño, por lo que nos han recomendado situar esta imagen en un lugar fijo y no procesionar. Aunque la policromía de de la imagen nos habla de que no fue una imagen de retablo sino para procesionar, pues toda ella está policromada, no solo lo que se ve en el alzado.

Otro detalle: la corona del niño Jesús, es la original, está bañada en bronce, tiene su valor artístico; no es un postizo como lo serían las alas.

Ojalá el sentido que tuvo el autor al crear esta imagen y la parroquia al adquirirlo, pueda servir para fomentar la piedad, la religiosidad popular, la devoción al Santo Ángel de la Guarda, y así, se conserve la transmisión de la fe en los niños, germen de una Iglesia siempre nueva.

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