22 de enero de 2012

Comentario a la Palabra del Domingo 3 T.O.


Jesús, pescador de hombres

VENID CONMIGO

Por José María Martín OSA

1.- La misericordia de Dios es mayor que su justicia. En el libro de Jonás hay una enseñanza didáctica: el poder de Yahvé es equiparable a su bondad y a su cuidado por el mundo, sin ningún tipo de fronteras. Nínive es la ciudad más cruel de las que se conocen y sus habitantes son uno de los peores enemigos del pueblo de Israel. Sin embargo, la misericordia de Yahvé es incluso mayor que su justicia; incluso más grande que lo que la estrechez de corazón humana pudiera imaginar. Nadie, ni siquiera Jonás, puede escapar al poder de Dios. Pero tampoco se negará el perdón a nadie, ni incluso a los israelitas que se conviertan, es decir, que se vuelvan piadosos y dispuestos a la penitencia. Esto muestra también el universalismo del amor de Dios frente al corriente particularismo dominante en aquel entonces. Nínive se convierte, lo cual, en este sentido, es causa de sorpresa y contraste evidentes. Porque muchas veces Israel no ha hecho caso de amenazas y promesas, mientras que uno de sus peores enemigos se convierte con humildad y fervor. Las apariencias engañan: Nínive ha comprendido mejor al Dios de Israel, que Israel mismo.

2.- La pedagogía de Dios: “enseña el camino a los pecadores”. Llama la atención, como en otros lugares de la Escritura, que "Yahvé se arrepiente", porque Él quiere siempre el bien del hombre. Dios es un gran pedagogo que trata de que el hombre reaccione. En el Salmo 24 proclamamos que “El Señor es bueno y es recto y enseña el camino a los pecadores”. Por eso le recordamos que su ternura y misericordia son eternas. Dios se vuelve de la amenaza anunciada y concede el perdón. También la misericordia divina alcanza al mundo pagano. Jonás no lo entiende y se enfada porque el favor del Señor se ha dispensado en favor de los gentiles. En Jonás se dibuja perfectamente la experiencia interior y ambivalente del profeta de Dios. Es un hombre convencido de que la voluntad de Dios es salvar a todos los hombres. Pero para provocar esa salvación debe comenzar por predicar oráculos duros y sin piedad, lo que le hace ir contra corriente de sus contemporáneos y le convierte en un hombre aislado de todos. De ahí que predique como un profeta resignado una palabra eficaz de conversión. Pero el profeta es fiel y, a pesar de su desasosiego interior, predicará la misericordia de Dios para con todos al estilo de los grandes profetas. El Señor desiste de castigar al pueblo extraviado. La misericordia triunfa aquí también sobre el juicio. Por eso Jonás deberá reconocer que su miedo y su agresividad han sido superados por la misericordia de Dios para con todos. Con Jesús, como vemos en el evangelio, hemos recibido esta revelación en plenitud. Lo nuestro se caracteriza por la comprensión y el perdón para con todos.

3.- La llamada directa de Jesús. "Se ha cumplido el plazo", "ha sonado la hora", "ha llegado el tiempo". En la lengua griega “kairos” no se refiere al tiempo pasado, se refiere al tiempo concreto. Ha llegado el momento decisivo; no hay motivo para esperar a otro momento, porque el reinado de Dios ha comenzado ya. La proclamación del reinado de Dios pone al hombre en responsabilidad, le sitúa ante la decisión; el que quiera entrar en este reinado ha de cambiar la mente y el corazón, ha de escuchar a Jesucristo y creer lo que él anuncia. Esto es hacer penitencia, es decir convertirse. La llamada de Jesús es urgente y exige una respuesta sin componendas, un seguimiento sin condiciones. Hubo otra cosa que en Jesús fue diferente a Juan Bautista y a otros maestros: no dejó que los hombres fueran a El, sino que fue él quien se dirigió a ellos; se puso en camino hacia ellos para anunciarles el Evangelio, es decir, la buena noticia de Dios. Es Jesús el que les llama, les elige y les envía, no son ellos los que le eligen a El. Estos discípulos no han sido llamados solamente al reino de Dios, sino también a ser los testigos privilegiados de la vida pública de Jesús. Ellos serán los heraldos del reino, los pregoneros. Conviene que los heraldos tengan los pies ligeros y estén dispuestos a dejarlo todo: la casa, los parientes, el propio oficio..., pues han de ir a todas partes y han de ir de prisa. Deberán acostumbrarse ya desde ahora a la vida de Jesús, que no tiene donde reposar su cabeza. Hoy también Jesús sigue llamando y nos invita a dejar “nuestra redes” en la barca para convertirnos en “pescadores de hombres”. La tarea es ardua, inmensa, pero apasionante… El mundo de hoy necesita testigos de Jesús, ¿estamos dispuestos a escuchar su voz?

No hay comentarios:

Publicar un comentario