9 de marzo de 2014

CONVERSIÓN PASTORAL o PASTORAL DE LA CONVERSIÓN


            La cuaresma invita a la conversión; personal, social, de las estructuras, y el Papa Francisco nos anima a reflexionar sobre una conversión pastoral o una pastoral de la conversión. Entendamos por “conversión”: vuelta, cambio,… y por “pastoral”: acción evangelizadora de la Iglesia; entendamos por “conversión pastoral”: cambio en la acción evangelizadora de la Iglesia. Precisamente la llamada que sugiere la Nueva Evangelización.
            El Año de la Fe, la Nueva Evangelización, la Conversión Pastoral, nos están demandando un cambio de actitud, nos está pidiendo una vuelta (“conversión”) a las fuentes: la Palabra de Dios. Parece necesaria una mayor cordialidad pastoral, en el sentido siguiente: “cor/cordis”, nos habla de corazón, pues bien, la relación íntima, personal primero, que tengamos con el Señor, de corazón a corazón; desde la experiencia de habernos encontrado con Él surgirá el testimonio que podamos dar de ese encuentro. Por tanto, la chispa de esta conversión comienza en la oración, el Espíritu Santo inspira la Palabra de Dios e inspira a aquellos que le invocan para la misión. En este sentido el discernimiento es clave para la conversión pastoral, pues no se trata solo de cambiar por cambiar, sin intuir por dónde nos lleva el Señor. En este sentido, la intuición será más objetiva en la medida en la que el discernimiento sea comunitario.
            La conversión pastoral es una llamada a toda la Iglesia, a todos los miembros que la formamos, para que nos hagamos responsables, todos, en la medida de nuestra vocación, carisma, disponibilidad, etc., de la misión evangelizadora de la Iglesia. Formamos una unidad pastoral y a todos nos interesa. El parcelamiento y el individualismo no son buenos aliados.
            Sin embargo, la luz de la fe será la que nos posibilite afrontar la realidad que nos está tocando vivir, más que como un pesar, como un desafío evangelizador. Así pues, tenemos la oportunidad de presentar el mensaje de la Salvación desde la convicción, somos creyentes, amamos al Señor y su Iglesia, no nos aterra el momento, no lo vivamos de modo fatal; sino que aprovechemos para evangelizar desde el testimonio de vida, más que desde la teoría.


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