Nuestra parroquia durante la pasada noche se ha podido llenar de el esplendor de sus fieles. "Llenar" en el sentido de plenitud.
Durante 75 minutos hemos combatido el frío de una iglesia cuasi catedral, de heladoras piedras; sin embargo el calor humano y el recogimiento espiritual han sido superiores y nos han ayudado para vivir la Vigilia de La Inmaculada Concepción hondamente.
Una Vigilia inspirada en las típicas celebraciones de "centinelas en la noche". El esquema de la celebración ha girado en torno a cuatro partes:
1. Acogida y sentido de presencia de Dios: María camino para llegar a Él.
2. Examen de conciencia: ¿qué baches he de allanar para que el Señor venga a mí?
3. La Palabra viva, actual, ¿qué me dice? ¿qué oración brota en mi interior?
4. La adoración: porque en la iglesia entramos para adorar, pero con la fuerza que recibimos salimos con las ganas de servir.
Niño, adolescentes, jóvenes y adultos de nuestra comunidad se han dado cita en el templo parroquial de nuestra querida iglesia de Cigales con el deseo de compartir un rato entrañable junto a María, junto a Jesús, junto a la comunidad.
Era la víspera de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, era María, sencilla, tierna, acogedora, servicial, creyente, etc. la que nos reunía para -en medio del Adviento- para tener la posibilidad de tener una experiencia de Dios.
La participación activa de la Vigilia: gestos, cantos, expresiones y palabras, símbolos, trabajo personal, etc. han ayudado a que todos los que hemos participado, hayamos podido sentirnos protagonistas, junto a la Virgen, de la historia de salvación en la que Dios nos ha incluido junto a los que codo con codo estaban con nosotros. ¿No es maravilloso poder tener la oportunidad de vivir momentos como estos? ¿No es maravilloso ver que es posible que distintas generaciones nos podamos unir, rezar juntos, convivir, por Jesús y su Madre, María?
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