22 de mayo de 2016

NOVENA EN HONOR DE NUESTRA SEÑORA DE VILORIA - MARÍA, MADRE DE LOS APÓSTOLES

Después de la Ascensión del Señor a los cielos, los discípulos se seguían reuniendo tal y como Jesús les había indicado. El Espíritu de Jesús, ya no su presencia, los animaba a seguir en la misma línea que cuando Él estaba presente. El lugar de la reunión el "cenáculo", un lugar pequeño, recogido, austero, con el fin de no distraer, más de estilo románico que barroco. María en el medio de todos ellos, presidiendo, ocupando el lugar de su Hijo. Todos ellos recibieron el día de Pentecostés una nueva efusión del Espíritu Santo. Es el Espíritu el que empapa, como el rocío, todo de la presencia de Jesús el Señor.

Nosotros los cristianos de hoy no somos cristianos de la primera hora, como los discípulos o como María, sino que somos herederos de la tradición de la Iglesia, obedientes a la Sagrada Escritura y el Magisterio de los obispos y del Papa, obispo de Roma. La Palabra de Dios ha sido escrita por manos humanas, pero ha sido inspirada por el Espíritu, el mismo Espíritu Santo que coletea, alienta y derrama sus siete dones por la Iglesia y el mundo. 

No debería ser difícil diferenciarle de otros espíritus (discreción de espíritus), pero muchas veces no nos interesa porque vivimos acomodados en nuestra propia superficialidad; el Espíritu Santo se descubre en la interioridad (espiritualidad). Precisamente desde que María tuvo la experiencia del Espíritu en la Anunciación sentía que debía "guardar todas las cosas en el interior" (Lc 2, 16-21); meditándolas, digeriéndolas, para -más tarde- darlas a luz. 


Cuanto debemos cuidar nuestras conversaciones, muchas veces damos por A lo que es B y lo que es B por lo que en realidad es A.

Hemos de pararnos, meditar, cuidar nuestras palabras, nuestras palabras pueden ser la mayor alegría para unos y la mayor tristeza para otros. Nuestras palabras, cuando son iluminadas por el Señor, son inspiradas y ayudan.

La novena en honor de Nuestra Señora la Virgen de Viloria nos habrá de ayudar también a meditar sobre nuestra propia vida. Fijémonos en algunas de las actitudes de María, deseándolas para nosotros y, así, adherirnos al Señor, el Dios y hombre, que nos ama y perdona.

¿Cuáles son, pues, esas actitudes de María? (algunas):

- Medita, conserva las palabras en el interior.
- Austera, sencilla, doncella, servidora, humilde, decimos de una manera simpática: "sin tacones".
- El Papa Francisco ha calificado a la Virgen como "callejera", y por ello nos pide que la Iglesia sea siempre "en salida".
- Mujer de fe, obediente a la Palabra del Señor.
- Entregada, sufridora, mujer de dolores.
- Su corona es la honra de su Hijo, ojalá la de sus hijos. Sus joyas y galas, son su alma blanca, su pureza, su entrega al Señor. Antepone todo a lo que Dios le pide.

Todo ello nos debe invitar a la conversión; siempre estamos a tiempo, simplemente se parte de la disposición del corazón. Probablemente convertirnos nos haría más felices que no estándolo; pues la conversión es dar la vuelta el corazón para estar en comunión con Dios, ¿a qué mejor cosa nos puede invitar Dios? Amen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario