31 de agosto de 2016

Novena Virgen de Viloria - 2º día - "Orar por vivos y difuntos"


La ermita de Nuestra Señora Virgen de Viloria se ubica muy cerca, anexa, al camposanto de nuestra villa. Son muchas las localidades que coinciden en esta realidad. Ciertamente, María la Virgen intercede en sufragio por  los difuntos, María intercede siempre para llevarnos a vivos y difuntos a Jesús el Señor. Quien viene a la ermita de Cigales, no puede por menos que recordar a sus difuntos, ellos están presentes entre nosotros, pues ellos mucho antes que nosotros estuvieron también aquí, es más, muchos de nosotros estamos aquí gracias a ellos, al menos yo puedo hablar desde mi experiencia personal lo que mis antecesores me han transmitido, hoy algunos de ellos, muy importantes para mí, descansan en paz pero no por ello, mi contacto, mi comunicación con ellos se ha cortado. Sin duda alguna que echo de menos su presencia física y la pena que me da cómo la vida evoluciona y que me pena me da que ellos no lo contemplen, pero eso va a ser así siempre. Por eso, tiene sentido “orar por los difuntos”, yo diría más, hablar con ellos. Y hacerlo no es estar locos, o hablar a las paredes, tampoco se trata de monólogos, sino todo lo contrario, pues haciéndolo caemos en la cuenta que ellos, aun muertos, siguen muy vivos. Y, al menos a mí, la mejor herencia que me han podido dejar, ha sido la fe, pues ella –con mis altibajos- es la razón de ser de mi vida y es, por tanto, la que me mueve cada día y hace que me levante de la cama con la ilusión de ser puente entre Dios y los hombres.

            El cementerio es un lugar, por tanto, santo, donde están depositados los restos de nuestros difuntos, y es por ello que hemos de pedir a nuestras autoridades que sean lugares dignos. Nosotros los podremos dignificar con nuestra atención y con nuestra oración por aquellos hombres y mujeres que sembraron en nosotros vida, nos dieron la vida.

            Orar por los vivos, es secundar el mandato del Señor que nos dejó el modo; la oración del Padre Nuestro. Una oración que desde el primer momento hace una clara alusión a un Padre común, que necesariamente nos obliga –moralmente- a sentirnos hermanos los unos de los otros, pues decimos “Padre nuestro”. Oramos pidiendo que venga sobre nosotros Su Reino, no es necesario pasar por el trance de la muerte para vivir en esta situación, un ideal parecido a lo que hoy desde tantas tribunas se pregona como fraternidad”. Le decimos, también, que nos perdone nuestras ofensas. Se trata de una buena disposición, por nuestra parte, de desear cambiar –al menos de actitud-, pues no todo lo que reluce en nuestra vida es oro. Y lo pedimos para nosotros, y lo pedimos para los demás.

Quizás el problema que muchas veces vemos a los demás como rivales y no como hermanos, por eso tiene sentido rezar por los vivos, estar en “unión de ánimos”, en comunión. Que no quiere decir, con ideas parecidas, sino en adhesión a Cristo; pues Él no es una idea y, por tanto, la religión no es ideología, sino que Cristo es Persona, y es por ello que nosotros nos podemos relacionar con Él. Es más, estar en comunión con los hermanos es un tanto por cierto muy grande estar en comunión con Dios, pues ya sabemos, por activa y por pasiva, que es el mandato del Señor: “Amaos como yo os he amado”. Pero en la vida, también, nos encontramos con muchas personas buenas, sinceramente, muy buenas, que están muy unidas a los demás por principios muy laudables, pero no están en unión con Dios, pues en algunos casos, desgraciadamente, no le conocen y en otros casos, también desgraciadamente, no le reconocen. Es por ello que no ven importante la cita a la que el Señor nos convoca cada Domingo, que es la Eucaristía, es por ello que somos el Pueblo de la Eucaristía, no acudir a esta cita semanal, nos recorta la comunión con Dios, no por Él, claro está, sino por nosotros.

Pidámosle a María, que nos ayude a vivir en comunión con Dios y los hermanos, y que como se decía de los primeros cristianos se decía de los primeros cristianos seamos la admiración de los demás “por cómo se querían, como rezaban en común, como ponían sus bienes en común y como celebraban la Eucaristía juntos”. Así sea.

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