1 de enero de 2017

SANTA MARÍA MADRE DE DIOS


Estoy de acuerdo con San Ignacio de Loyola que, si hay a alguna persona a la que el Señor Jesús se aparecería en primer lugar, tras su resurrección, sería a su Madre, Santa María, Madre de Dios. Estoy de acuerdo con la Iglesia, que el primer día del Año pongamos los ojos en Ella, para celebrar Santa María, Madre de Dios.

En el nuevo año que acabamos de inaugurar, recordamos a la Madre, por quien nos ha llegado la salvación. Dios, que se ha hecho uno de los nuestros, está con nosotros, entre nosotros, ha nacido de una Madre, como nosotros. Cierto, esa Madre es muy especial, Dios se ha fijado en alguien que no le pudiera malograr su plan de redención, y por ello su condición es Inmaculada, sin rastro de traición ni desamor.

Qué imagen tan bella la de Dios crucificado que mirando a San Juan le dice: “He ahí a tu madre”, y mirándole a Ella, la Madre, le dice: “He ahí a tu hijo”. Y, como dice el evangelista: “desde aquella hora el discípulo le recibió como algo propio”. Santa María, Madre de Dios, y Madre nuestra. Santa María el orgullo de nuestra raza.

Hoy, la Iglesia también nos propone la jornada mundial de la Paz. Oremos por la Paz en el mundo. Jesucristo es la Palabra, es la Paz, el Cordero de Dios, el Manso, el Humilde, etc. Él nos ha venido a traer la Paz, ¡ah, pero es verdad, los suyos no lo recibieron! Los suyos no lo recibimos, porque preferimos el orgullo, somos víctimas de la envidia, la humildad nos parece una actitud cobarde, el menosprecio está al orden del día, etc.

Los medios de comunicación se hacían eco ayer de las medidas de seguridad que muchas de las capitales europeas habían tomado, eran extremadas, no había precedente. Urge la Paz, urge abandonar la violencia. Son muchas las razones para exigir la paz: queremos vivir en paz, para ello tendremos que empezar por respetarnos y respetar las normas de convivencia, sino aquí no hay quien viva. No se puede vivir en una sociedad en la que la desconfianza está tan a flor de piel.

Santa María, Madre de Dios y Reina de la Paz: te pido por todo el mundo, para que hagamos la paz, para que nos respetemos entre nosotros, para que valoremos las diferencias como riqueza de la pluralidad de nuestra sociedad, para que no respondamos mal por mal, que no es dejarse avasallar, para que recuperemos nuestras tradiciones cristianas y vivamos la experiencia de este Dios que se ha hecho carne y que ha nacido de María, que escuchemos más que oigamos, sirvamos más que mandemos, seamos maestros pero mejor testigos, apliquemos todas esas obras de misericordia que en el Año de la Misericordia tanto hemos hablado, que pasemos del oír doctrina al practicar los mandamientos como modo de vida cristiana, que vivamos el Padre Nuestro, que seamos seguidores de Jesús haciendo realidad en nuestro contexto las bienaventuranzas, etc.

Virgen, Madre, te pido para que descubramos el don de reconocer el regalo que nos da Dios, a través de ti, el mejor regalo: Jesús el Señor. Viene envuelto entre pajas, sin más seguridad que la protección de sus padres, el abrigo de unos animales y la alegría de quién se acerca a adorarlo, pero pronto será también amenaza, y esa pobre familia tendrá que ponerse en camino para buscar la seguridad, huyendo del rey de turno.

Esta Sagrada Familia, aun así, vive alegre porque Dios está con ellos. Esas otras familias cristianas que celebrarán hoy esta fiesta, en la catedral destruida de Alepo, vivirán tristes por lo que les ocurre, por la persecución que sufren, pero vivirán muy alegres, tal y como nos llega por los medios, por el don de la fe que han recibido, y que comparten con sus hermanos especialmente cada Domingo.

El nuevo año ha comenzado entre luces, vinos espumosos, petardos, fuegos de artificio, lentejuelas, corbatas y pajaritas, maquillajes, perfumes, pieles, caras guapas, tipos finos, máscaras y matasuegras, bailes y cotillón, horas de televisión en el fondo de un comedor; presentándonos así la belleza de un nuevo año. Está en nuestras manos que el Señor siga entre nosotros el resto del Año, si esto es así, les aseguro: un feliz y próspero año 2017. Así sea.

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