20 de septiembre de 2014

Palabras del P. Juan Carlos en la celebración de acción de gracias por Madre María Evangelista

          
Para nosotros que venimos y somos de Cigales es un orgullo contar con paisanos como la Madre María Evangelista Quintero Malfaz. Una mujer dispuesta, como Santa María, que se dejó hacer por el Señor. Esta mujer que eligió el císter como camino de perfección, escogiendo los consejos evangélicos como ideal de imitación con Cristo pobre, casto y obediente. 

Ora et labora era su lema, siguiendo a San Benito y San Bernardo, el cual llevaba a la práctica pues su vida era una constante presencia del Señor y se notaba en el amor que sentía por Él y por el prójimo. A Dios llevaba las personas y a estas acercaba y sigue acercando a Dios.

Con humildad y sencillez vivía estas experiencias de Dios tan fuertes y evidentes, para nosotros son la mejor lección para ser mejores cristianos.

María Evangelista fue muy creyente, cristiana, totalmente configurada por el Señor. Gracias a Dios nos queda su experiencia espiritual en muchos de sus escritos. Su sensibilidad, su amor y entrega, en medio de un tiempo nada fácil, en ocasiones muy duro, incluso incomprensible para ella, nos muestran el olor de Jesucristo con el que perfumaba a su alrededor, especialmente con sus hermanas de comunidad, también con muchos que le conocían y le estimaban. 

Para la Iglesia, para esta comunidad de monjas, para nuestro pueblo de Casarrubios del Monte y de Cigales, es nuestra mejor herencia, descubrir en ella una mujer de Dios, con una fuerte espiritualidad que le lleva a tener intimidad con Cristo. Esa adhesión la hace ser una mujer abierta a la voluntad del Padre en todo momento.

Demos gracias a Dios, que hace posible que algunos, como Madre María Evangelista, puedan vencer la tentación. Ojalá todos nosotros aspiremos a la santidad, y de esta manera, estemos más cerca de Él y del prójimo. Vivamos este momento, esta celebración, como el paso del Señor por nosotros que nos susurra: te amo, y en esas palabras descubramos la fuerza de su Espíritu que desea renovar la faz de la tierra.





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