12 de julio de 2016

NOVENA DEL CARMEN

5º día: “Visitar a los enfermos”

Después de haber escuchado la Palabra de este día, sobre todo el evangelio donde Mateo expone como Jesús reprende a los pueblos donde más milagros había hecho, por su falta de conversión. Ciertamente, Dios nos ama por encima de nuestra respuesta, nos lo ha demostrado a lo largo de su vida pública, y especialmente lo reconocemos en el momento de la cruz, donde Jesús el Señor se sacrifica por la salvación del género humano. 

Precisamente para muchas personas que están en el lecho del dolor, de la enfermedad, de la ancianidad, etc. esta experiencia de la cruz la viven muy a flor de piel. El Señor en la cruz acepta, no solo el suplicio de la condena, sino el destino de la misma. Sabe que no acaba todo con el sufrimiento, con el escarnio, con el dolor, con la mofa y la irrisión, etc. El fruto de todo eso: la vanagloria, la envidia, el desafío, la condena, la falta de conocimiento, etc. se pudrirá como pasa con un grano cuando al ser enterrado en tierra, y en contacto con la humedad, parecerá como si se desintegrara y desapareciera de nuestra vida para siempre; pero esto no es así, porque esa semilla germinará y no solo reproducirá otra semilla, sino treinta o sesenta o ciento por uno. 

Ojalá nuestros enfermos puedan aceptar con fe su situación. Ojalá el proceso espiritual de los cristianos anime a saber encajar los momentos por los que uno va pasando. Yo lo veo muy claramente en mi propio padre, con ochenta años, no tiene las energías que tenían, aunque él crea que sí, pierde la memoria, se confunde, no sabe muchas veces en qué día vive, sin embargo, lo de antaño lo recuerda como ahora. Sin embargo, veo que, aunque a veces siento la impotencia de construir cosas con él y que él sin darse cuenta las cambia, por el sufrimiento de no reconocer lo que le pasa, de acompañarle mucho, porque necesita el apoyo de sus hijos, pues está la presencia de Cristo que me dice: soy yo, estoy a la puerta y te llamo.

Visitemos a los enfermos, cuidémoslos, edifiquemos con nuestras conversaciones, tanto en el estado de enfermedad como quien va a visitar. Cada uno conoce las necesidades de cada casa, pero se ha de tener en cuenta: a qué hora se va, porque se puede ser imprudente, de qué se habla, porque a veces se ponen ejemplos de enfermedades parecidas, cuando cada persona es un mundo, cuando se aprovecha para poner al día de lo que pasa en el pueblo al paciente, etc.

Veamos en el enfermo al mismo Señor, desde ahí nuestra reacción. Así sea.

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