15 de julio de 2016

NOVENA DEL CARMEN

OCTAVO DÍA: “Enterrar a los muertos”

Muy probablemente todos nosotros nos hacíamos eco en la pasada noche del atentado terrorista ocurrido en Niza. Nadie daba crédito a lo que veía, en un paseo marítimo, donde centenares de personas pasean, a la orilla del mar, con el refresco de la brisa. Han sido meses de trabajo duro y ahora les había llegado el merecido descanso.
Esta noche un conductor de un camión atenta contra casi un centenar de personas inocentes, como todas aquellas que son víctimas de los atentados terroristas.
Leía en un cartel, “Ahora Niza, ¿mañana? Rezamos por Europa”.
La obra de misericordia que hoy les propongo considerar es, precisamente, enterrar a los muertos. Es muy doloroso, especialmente en estos momentos donde no ha habido una preparación de ningún tipo. Y la gente se preguntará, ¿por qué Dios ha permitido esto? Y es que Dios creo que no puede hacer nada en contra de la voluntad del hombre, de la libertad, o mejor dicho, el libertinaje atroz que muchas veces mueve al hombre a comportarse peor que un fiero animal.
Yo, más bien, me preguntaría: ¿Por qué Señor no somos conscientes de tu Amor, del respeto hacia la diferencia, del respeto a la vida humana, por qué a veces valoramos la vida de un animal que la de una persona?
Ahora corresponde enterrar a los muertos, según la costumbre cristiana. Allí en el Campo Santo, donde descansan los restos mortales de todos, da igual cómo hayamos sido, cuánto dinero hayamos tenido,… todos somos iguales. De esta forma, el cementerio es tierra bendecida y consagrada a Dios, es un lugar apto para orar por aquellas personas que nos han precedido en el encuentro definitivo con el Señor.

Enterrar a los muertos es una obra de misericordia corporal que posee una fuerte dimensión espiritual porque implica, necesariamente, el acto de rezar por los difuntos. Desde esta perspectiva, nos sentimos interpelados a reflexionar, además, sobre la muerte y sobre el sentido de la vida.
¿Y la incineración? Desde el año 1963, una Instrucción de la Congregación para la Doctrina de la Fe, recogida en el Código de Derecho Canónico (1983), can. 1176, indica que la Iglesia Católica, aún manteniendo su preferencia tradicional por la inhumación, acepta acompañar religiosamente a aquellos que hayan elegido la incineración mientras no sea hecho con motivaciones expresamente anticristianas.
Visitemos de vez en cuando nuestros cementerios, y recemos a nuestros difuntos con nuestras palabras. Las mejores flores, nuestras oraciones. Así sea.

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