13 de julio de 2016

NOVENA DEL CARMEN

SEXTO DÍA: “Acoger al peregrino”

            Con el salmo 93 hemos rezado hoy: “El Señor no rechaza a su pueblo”. Esta es la obra de misericordia que les propongo considerar hoy: “acoger al peregrino”.
            Todos nosotros tenemos experiencia de acoger a gente en casa, ser hospitalarios; abrimos nuestras casas.
            Cuando se celebró la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, muchas de nuestras casas se abrieron para acoger a los peregrinos. Esta misma experiencia yo también la tengo, y la tendré en breve cuando participe de la JMJ en Cracovia. Tres familias distintas nos acogerán. Los jóvenes peregrinos valoran mucho estos encuentros con las familias.
Realmente, cuando lo que nos une la fe, es muy fácil abrir nuestras casas, porque la desconfianza desaparece y el acoger provoca mucha alegría; todo nos parece poco. Así, también, es un poco nuestra cultura hispana: acogedores, especialmente en la mesa, en la casa; haciendo partícipe siempre al que viene de fuera, al que pueda encontrarse desubicado.
En estos días, antes de la festividad de Santiago Apóstol, muchos peregrinos estarán caminando hacia Compostela. Pues serán muchas las posadas, los albergues y otro tipo de estancias las que acogerán los pies cansados, y los corazones encendidos de tanta gente.
Pero, también pensemos, si nosotros somos hospitalarios, si abrimos nuestra casa, si abrimos nuestro interior, si nos damos a los demás, si acogemos al otro, como si acogiéramos al mismo Dios que en el principio de su existir humano buscó y no encontró posada, y al final de su vivir humano, no tenía lugar donde reclinar la cabeza.
También, es una oportunidad para pensar si nuestra parroquia, que es también nuestra casa, es acogedora, si nosotros somos acogedores con los de fuera, con los peregrinos, con la gente que va y viene. Yo creo que sí, al menos todos nosotros lo intentamos, pero siempre se podrá hacer más. Cuando viene un visitante a nuestra iglesia, nos volcamos en explicaciones, en cercanía, en el orgullo de lo que tenemos y que agradecemos que los demás valoren, etc.

La Iglesia quiere ser ese hogar donde nadie se ha de sentir aislado o como fuera de cobertura, todos nosotros tenemos que esforzarnos en acoger al que viene de fuera, a aquellos que van y vienen de forma intermitente, sin juzgar, sin mal interpretar, siempre acogiendo, tendiendo la mano; con las mismas piedras que derribamos muros, tender puentes.
Acojamos al peregrino, sea como sea, piense como piense, etc. Veamos en él o ella, la presencia sorpresiva de Dios que se hace presente cuando y donde menos nos lo esperamos.

Y el Evangelio nos invita a acoger en casa en la cocina, en pijama y zapatillas. Dios prefiere lo sencillo, lo que realmente está hecho con nuestras manos y con nuestro cariño. Así sea. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario